Especial por Augusto Montero

Portada del artículo Surrealismo, Leonora y La Maja.
Portada del artículo Surrealismo, Leonora y La Maja.

Descubre la relación entre el surrealismo mexicano, el tarot y la creatividad pasada y presente.

Salvador Dalí, tras un viaje a México - ¡Sabrá Dios qué habrá visto! - dijo: “De ninguna manera volveré a México. No soporto estar en un país más surrealista que mis pinturas”. Y es que hay que admitir que en un país tan curioso como el nuestro (dicen por ahí: ¡Cómo México no hay dos!) no es de extrañar que la corriente artística del Surrealismo pegara tan fuerte.

Inspirado en las teorías de Freud, el Surrealismo buscaba expresar el funcionamiento del subconsciente, liberando la creación del control de la razón. A través del automatismo, los sueños y lo irracional; fusiona el mundo onírico con la realidad para revelar una verdad más profunda y absoluta: una "super-realidad" o surrealidad, libre de ataduras lógicas o morales.

A finales de la década de 1930 y principios de la de 1940, la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial forzaron a un notable grupo de artistas e intelectuales europeos a buscar refugio. México, con su política de puertas abiertas, se convirtió en un santuario para muchos artistas quienes se encontraron con una escena artística vibrante, marcada por el muralismo de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco, así como con la obra intensamente personal y simbólica de Frida Kahlo. La cosmogonía mexicana enriqueció ampliamente la ya de por sí extraña corriente artística. La familiaridad con la muerte, la riqueza de los mitos prehispánicos, la magia inherente a la vida cotidiana y la exuberancia de la naturaleza local, proveyeron un nuevo y potente vocabulario simbólico a los artistas.

Pero no me quiero detener única y exclusivamente en la corriente surrealista; más bien en una artista que la representó aquí en nuestras tierras, pese a no ser propiamente mexicana, aunque, de alguna u otra manera nos la apropiamos de la misma manera que ella adoptó a este país: Leonora Carrington.

Leonora Carrington, nacida en Inglaterra en 1917, llegó a México en 1942, tras una tumultuosa relación con el artista surrealista Max Ernst y una crisis nerviosa que la llevó a ser internada en un sanatorio en España. En México, encontró no solo un hogar, sino el catalizador para su plena madurez artística y espiritual. Su obra se distingue por un universo personalísimo, poblado por seres híbridos, diosas celtas, animales totémicos y escenas rituales.

A diferencia de muchos de los surrealistas que se centraban en la interpretación de los sueños como una ventana al subconsciente individual, Carrington se adentró en un inconsciente colectivo, un reino de arquetipos y saberes ancestrales. Su interés por la mitología celta de su infancia, el budismo tibetano, la Cábala y, de manera crucial, el Tarot, se convirtieron en los pilares de su lenguaje visual y literario. Precisamente sobre este último tópico ocultista es que hablaré: El Tarot y su conexión con el Surrealismo.

Las cartas, con su iconografía arquetípica, ofrecían una herramienta para eludir la lógica racional y acceder a las capas más profundas de la psique humana. El Tarot funciona como un "espejo del alma", reflejando a través de sus imágenes simbólicas —El Mago, La Sacerdotisa, El Loco, La Muerte, etc.— las fuerzas, los miedos y los deseos que operan bajo la superficie de la conciencia. Si bien, el Tarot nació como una práctica de adivinación, los surrealistas no la tomaron como un método para predecir el futuro, sino como un acto de un diálogo poético con el azar y el inconsciente. Era una forma de escritura automática visual, donde la aleatoriedad de las cartas les ayudaba a la creación artística.

Leonora Carrington fue una entusiasta del Tarot; incluso se supone que le enseñó varios secretos sobre éste al cineasta y psicomago Alejandro Jodorowsky. Su afición fue tanta que incluso ella misma “creó” su versión del mazo de cartas: diosas con cabeza de animal, seres andróginos y paisajes de otro mundo. Su Tarot es una hoja de ruta esotérica que refleja su visión feminista, su deseo de una nueva igualdad de género y su profundo conocimiento de las tradiciones ocultas. Pero la influencia de este juego adivinatorio no se limitó a eso; podemos apreciar en varias obras suyas el poder del ocultismo. Cuadros como "La Giganta (La Guardiana del Huevo)" o "El Mundo Mágico de los Mayas" pueden ser leídos como complejos mandalas que integran conceptos alquímicos y arquetipos del Tarot. Aunque, es necesario mencionar que posiblemente la obra que mejor reflejó su obsesión por estas cartas sea "La Maja del Tarot" (1965), un retrato de la actriz María Félix, la muestra como una figura poderosa y mágica, encarnando la esencia de la adivinación y el poder femenino (no por nada eligió a “La Doña” como modelo).

La influencia de la obra de Leonora se puede apreciar hasta nuestros días. Es aquí cuando quiero hacer mención de un trabajo inspirado en La Maja de Carrington: "La Maja del Tarot" (2023); una escultura creada por la artista Monserrath Brenes que actualmente forma parte de la exposición permanente en el Museo Leonora Carrington SLP (San Luis Potosí). El génesis de la obra surge a partir del compromiso que ella adquiere como beneficiaria de la beca Jóvenes Creadores, donde desarrolló el proyecto "Antimonumentas surrealistas": una serie de vestuarios inspirados en seis mujeres clave de la corriente surrealista en México. La artista quiso crear una pieza que perdurara en el tiempo y el espacio, por lo cual se puso en contacto con el Museo Leonora Carrington, un pilar ideológico para ella, con la propuesta de crear una obra inédita para éste. Tras presentar tres posibles pinturas de Carrington como inspiración, el museo se decantó por Maja del Tarot (1965). Inicialmente, la elección se basó en su potente atractivo visual y su aura de misticismo; era una pieza llamativa que prometía trascender el vestuario para convertirse en una instalación.

Sin embargo, el proyecto se transformó en algo profundamente personal durante el proceso de investigación. Al no ser visible el atuendo de María Félix en el cuadro original, la indagación sobre el tarot la llevó a la carta de "La Emperatriz", cuyo vestuario se convirtió en el modelo para su creación. Fue en esa exploración, en ese diálogo con los símbolos y la intención de Leonora, que la obra se fue haciendo suya: “un espacio donde podía impregnar mi visión y que, a su vez, me impregnaba a ella”.

El valor más noble de esta pieza es que ofrece una forma distinta de experimentar el arte, sacando la pintura de su bidimensionalidad para convertirla en una experiencia casi inmersiva. El público puede rodear la instalación, apreciar desde diferentes ángulos las cartas del Tarot en gran formato y descubrir elementos de la pintura que ahora ocupan un espacio tridimensional. Este proyecto fue, desde su concepción, un diálogo creativo y redondo.

El proceso se enriqueció gracias a la colaboración de su equipo: Daniel Toledo tradujo la visión a maquetas y modelos 3D para construir los paneles; la artista visual, Gabriela Zuárez, no solo pintó, sino que ayudó a integrar elementos ocultos del cuadro en la instalación; la vestuarista Elizabeth Villarreal materializó la réplica del traje de "La Emperatriz", y Gamaliel Díaz contribuyó con elementos como la luna. Ella y su equipo tuvieron una retroalimentación constante con la obra y no faltaron los desafíos, como lograr que la aureola de la Maja se percibiera como un símbolo de infinito desde cierto ángulo. El arte funciona así; tú te alimentas de este y este de ti.

No me queda más que invitarlos a apreciar la exposición. Vayan disfrutar del “Surrealismo Mexicano” en el Museo Leonora Carrington SLP donde podrán encontrar esta obra, de esta gran artista. Para motivarlos a ir les dejo una breve entrevista con la creadora de la obra. Me despido, no sin antes recordarles que si el arte imita a la vida; la vida, entonces, debe ser muy surrealista.

Breve entrevista con la creadora
Monserrath Brenes.