Integrantes:
Fletch Sáenz: Batería
Fernando Martz: Voz
Chetes: Voz y Guitarra
Maurizio Terracino: Bajo
Gustavo Mauricio: Teclado
David Izquierdo: Guitarra
Colaboradores: 23 músicos invitados
Producción: Peter Reardon, José Antonio "Pairo" Farías, Antonio Hernández, Ricardo Haas, Chetes y Maurizio Terracino
Ingenieros de sonido: Chetes, Mark Dearney, Emilio Delgado, Antonio Hernández, Ricardo Haas.
Mezcla: Peter Reardon, Rich Mouser, José Antonio "Pairo" Farías, Antonio Hernández, Ricardo Haas.
Masterización: Robert Vosgien
Dirección de Arte y Pinturas: David Garza.
Zurdok Movimento fue una banda surgida durante la efervescencia de La Avanzada Regia a mediados de los noventa. Su primer disco Antena, que también es extraordinario, nos dejaba ver muy claramente cuál sería su dirección; en ese momento su propuesta era bastante ambigua. A veces mostraba mucha influencia de Rap Core y de Grunge, que intercalaban con canciones pop muy contrastantes. Cuando parecían ser un grupo muy serio, dejaban ver ciertos elementos de humor y, al final, quedaba la sensación de que con tanto condimento el platillo no tenía ningún sabor específico. El disco tuvo difusión, sencillos y videos; sobre todo había penetrado en un pequeño grupo de conocedores. De manera que cuando el grupo había de sacar su segunda placa, no se tenía mayor expectativa: sólo algunos muy fans lo esperaban, pero en general el interés era limitado.
Hay discos que siempre recordarás la primera vez que los escuchaste, y de este lo tengo muy presente: estábamos jugando Monópoli, Quique Rangel (Café Tacuba), Camilo Lara, su novia Kim Buie (una institución como A&R en EU) y yo, en el departamento de la Condesa de Quique, cuando llegó Fabrizio “Mopri” Onetto y nos puso el próximo disco de Zurdok Movimento; así, de principio a fin. Desde ese momento los presentes coincidimos en que era un trabajo fantástico. Recuerdo un comentario de Quique: “Está increíble y muy valiente haber dejado una canción tan experimental, tan larga, en medio del disco y no al final”.
Para 1999, el todavía sexteto había mutado su nombre simplemente a Zurdok y traía bajo el brazo algo que nadie se imaginaba: Hombre Sintetizador. Resultaba ser un material a años luz de distancia de su antecesor; agarró desprevenidos a propios y extraños, era sorprendente lo que en tan poco tiempo había conseguido la banda.
Se trata de un álbum conceptual que, a grandes rasgos, gira en torno a una historia de ciencia ficción en la que un personaje, parte humano y parte sintético, va cobrando conciencia de su existencia. Cada tema que puebla el álbum va mostrando una diferente faceta de este y las reflexiones que va haciendo acerca de la vida y la condición humana. Desde la primera escucha del disco era evidente que estábamos ante la concreción de un grupo de rock en plena forma creativa, que tenía algo muy trascendente que transmitir. Había encontrado la dirección y el sonido perfectos para lograrlo, no importando qué tan alejados se encontraran de las modas generalizadas en el grueso del rock mexicano.
Atrás habían quedado las rimas de tono agresivo que se apoyaban en repetitivos y pesados riffs o los chistes ocasionales encajados en las canciones. Zurdok mostraba un sonido mucho más sofisticado, apegado a un rock aún oscuro pero lleno de luz, que se nutría de elementos electrónicos y experimentales, algo de folk y rock orquestal. Las influencias iban y venían entre Radiohead, The Flaming Lips, Soundgarden, Grandaddy, The Beach Boys y The Beatles. En su mayoría, referencias muy recurrentes hoy en día, pero definitivamente inusuales en ese momento.
El disco fue producido en su mayoría por Peter Reardon, pero también hay algunos temas producidos por José Antonio “Pairo” Farías, músico con el que hasta la fecha colabora Chetes en sus producciones; otros por Toy Hernández de Control Machete y otro por el mismo Chetes. Esta combinación logró conservar el sonido fuerte y pesado del grupo, confrontándolo con grandilocuentes piezas orquestadas, sonidos secuenciados, arreglos espaciales y futuristas, además de bastantes instrumentaciones inusuales. Un sinnúmero de recursos que hacían de su nueva propuesta algo sumamente sólido, contemporáneo y universal.
Para esta producción ya era claro que las riendas compositivas del grupo las había tomado Chetes, y en menor medida Terracino. Sólo había un tema original de Fernando Martz, quien abandonó la banda a la mitad de la promoción, dando el primer paso del largo proceso de desmembración del grupo.