Real de Catorce es considerada la mejor banda de blues del panorama nacional. Aunque el blues ha tenido presencia en el rock mexicano y existen numerosas agrupaciones con gran tradición, ninguna lo abordó con la profesionalidad, interpretación y carácter que ellos imprimieron. Su líder, José Cruz, es una figura central en esta historia. Antes de formar la banda, vivió en Austin, Texas, donde tocó la armónica junto a músicos de blues clásico. Fue ahí donde tuvo un contacto directo con las raíces más auténticas del género y donde nació un amor por el blues que ha marcado toda su trayectoria.
A su regreso a México, se integró en la escena independiente. Formó con Jaime López el grupo Arrieros Somos, participó en la banda Banco del Ruido y fue director musical en el grupo de acompañamiento de Betsy Pecanins. Amante de la palabra, ha impartido múltiples talleres de poesía, reflejando en sus letras un pilar fundamental de la propuesta artística.
Real de catorce se conformó finalmente en 1985 y debutó a finales de ese mismo año en Rockotitlán, causando de inmediato una gran impresión por su calidad musical, muy por encima de la media. Con el paso de los años han pasado por sus filas numerosos músicos, y aunque el sonido ha tenido distintas etapas, la calidad interpretativa siempre ha sido una prioridad, contando con instrumentistas de gran virtuosismo.
Este álbum abre con “Azul”, un inicio espectacular. El título conecta con la palabra inglesa blue, que además de significar “azul” alude a la tristeza, esencia del blues, no existe palabra más ligada al género. Muchos estudiosos del rock mexicano la consideran una pieza perfecta, capaz de electrificar y suavisar incluso al oyente más hater. Hasta hoy, es considerado el tema más importante de su carrera.
Si bien es un disco de blues, no se limita a los tres acordes y estructuras clásicas del género que predominaban en México en aquel tiempo. Real de Catorce llevó el estilo más allá, con una propuesta demasiado rockera para los puristas y demasiado blues para los rocanroleros. Su ritmo no es el tradicional ni una copia evidente, sino una fusión con trasfondo, interpretación profunda, mensajes entre líneas, una energía voraz, sucia y única, sensual, salpicada de destellos de jazz.
Aunque siempre se menciona que la primera edición de este álbum fue lanzada únicamente por Discos La Mina en formato vinilo, también se editó en 1987 bajo el sello Discos Pueblo, en LP, CD y casete.
El 2 de noviembre de 2006, en pleno concierto, José Cruz sufrió un paro respiratorio debido a la crisis de esclerosis múltiple que padecía desde 2005. Su recuperación fue lenta, y durante ese periodo las tensiones internas provocaron que la banda se dividiera en dos facciones. En 2007, algunos integrantes y colaboradores demandaron a Cruz ante la Junta Local de Conciliación y Arbitraje del Distrito Federal, reclamando sueldos que, según ellos, les correspondían por el tiempo que dejaron de trabajar con el grupo.
Hoy, Real de Catorce cuenta con una carrera impecable: 12 discos de estudio entre 1987 y 2016, un álbum solista de José Cruz (Lección de Vida, Fonarte Latino, 2009) y un proyecto alterno, Lucy Blues, que en 2016 lanzó Somos Hijos del Diablo (Terraza Records). Decidir cuál es su mejor álbum depende de gustos personales y de la importancia histórica; el sucesor de este debut, Tiempos Obscuros (1988), es otro de los favoritos de sus seguidores. Pero, desde mi punto de vista, este primer disco sigue siendo una obra fundamental: siempre que se hable de los discos más chidos del rock mexicano, Real de Catorce debe estar presente.