De las cenizas del proyecto Melamina Ponderosa surgió Titán, un súper combo explosivo que mezcla electrónica, trip-hop, big beat, psicodelia, pop, rock, funk, hip hop, lounge... y ciertos guiños latinos que terminaron por marcar una época en la música underground mexicana.
Titán debutó con un álbum homónimo en 1995 bajo el sello BMG Culebra -más tarde reeditado en vinilo como Terrodisco (2017). Un muy buen lanzamiento que ya insinuaba por dónde irían las cosas. En ese momento, el “Rock en tu idioma” aún reinaba: Caifanes acababa de lanzar El Nervio del Volcán (1994), y Café Tacuba se movía entre Re (1994) y Avalancha de Éxitos (1996). Pocos se dieron cuenta de que una nueva ola se aproximaba: una generación con otra visión, entre ellos, Titán, abriéndose paso por su propio concepto.
Cuatro años después llegó Elevator, su segundo álbum, y el cambio fue inmediato. Breakbeats, ritmos sincopados, todo tipo de sampleos, baterías funky y un sonido más potente. El grupo también vivió una transformación clave: salió Andrés Sánchez y entró Jay de la Cueva; sí, el Moderatto men.
Paradójicamente, la canción que los catapultó fue “Corazón”, un cover de un tema original de Carole King, cantado en español y con tintes latinos al estilo de Santana. Titán lo llevó a otra galaxia: electrónica/funk/breakbeat de época. Es la única canción con un coro “cantadito”, aunque hay otros samples hablados, es la unica canción con letra, cantada. Y curiosamente el sample que usaron no vino de las versiones originales, sino de Percy Faith & His Orchestra, ícono del easy listening y el lounge más clásico.
Otro sencillo fue “C’mon Feel the Noise”, una pieza muy diferente, retrofuturista con estética setentera, casi sacada de una serie de TV. El video mostraba a los integrantes como estrellas de un programa ficticio de esa época, con créditos finales y todo. Se dice que se inspiraron en la música de Starsky & Hutch. Como siempre, sus videos eran raros, divertidos y muy creativos.
Elevator es, sin duda, un álbum condenado por el desmadre y la diversión, pero con un nivel creativo importante. Es de esos discos que se escuchan completos, sin pausas. Ecléctico, lleno de referencias, un fiel retrato del fin del milenio que buscaba hacer un espaecie de recuento.
Este álbum se lanzó internacionalmente: España, Europa, Rusia, Japón, EE.UU., Brasil, Polonia, Australia, Argentina, Canadá, Indonesia y, por supuesto, México. Sus sencillos aparecieron en sellos como Intercord Japan, Emperor Norton (EE.UU.), Chewaka (España), Source (Francia) y Gala Records (Rusia). Se grabó en los estudios de Grand Royal Records, propiedad de los Beastie Boys. Mucho tuvo que ver el trabajo de la disquera y los contactos de figuras como Camilo Lara, entonces presidente de Virgin Records México.
De este proyecto se desprendieron trayectorias muy diversas y exitosas: de Silverio a Moderatto, pasando por María Daniela y su Sonido Lasser.
Ah, y por cierto… ese mismo año, 1999, lancé un proyecto junto con Camilo y la gente de Virgin y Tómbola! Recordings: una recopilación titulada Easy Melodías. Pero esa es otra historia.