Integrantes:
Federico "Fefe" Arana
Federico "Freddie" Armstrong
Eduardo "Lalo" Toral
Baltasar "Elena" Mena
Renato "La Piedra" López
Colaboraciónes:
Precusiones: Adolfo "Fito" de la Parra y Ángel "Cartucho" Miranda
Pianos: Eduardo Toral y Guillermo Briseño
Coros: Guillermo Briseño
Metales: Yury Chargoy, Manolo Gómez, Jaime Briojnes, Jaime González, Eduardo Toral.
Letras: Federico Arana, "Lunes Triste" de Baltazar Mena.
Dirección Artística: Antonio de la Barreda
Ingenieros de grbación: Ramón López Mijes, Daniel Esteves Tapia y José Luis García.
Federico Arana (biólogo, escritor, caricaturista, músico, compositor y pintor mexicano) y Baltasar Mena (ingeniero mecánico eléctrico, catedrático y académico de origen español nacionalizado mexicano) fundaron el grupo Los Sinners en 1959. Entre 1961 y 1964 grabaron dos LPs y varios sencillos. Más adelante formaron Los Sonámbulos, con quienes editaron dos discos: Rock con Los Sonámbulos (Oasis, 1974) y En Vivo y en Obsceno (Discos Transa, 1984). Durante los sesenta, Baltasar lanzó un álbum solista con Musart, aunque con escaso alcance.
En 1977 comenzó la historia discográfica de Naftalina, cuya intención se resume así en el inserto del vinilo:
“Nosotros (Fito, Baltasar, Lalo, Renato, Freddie y Federico) nos hemos puesto Naftalina por si ahuyentamos un poco las polillas. Y es que hemos sido compañeros de ruta desde hace ya casi veinte años. Estamos, pues, en la semi-ruquez total. Pero hemos decidido retroceder el tiempo hasta mediados de los cincuenta para intentar lo que no pudimos hacer en aquellos lejanos días: un disco en castellano bien tocado y bien grabado [...]”
— Federico Arana
A finales de los sesenta, Arana se ausenta del rock para estudiar Oceanografía en España. A su regreso, junto con Baltasar Mena, funda Naftalina: un “súper grupo” integrado por músicos con trayectoria en bandas emblemáticas como Los Sinners, Los Sonámbulos, Los Locos del Ritmo y Canned Heat. Aunque en sus inicios el proyecto parecía una continuación de Los Sonámbulos, su objetivo fue claro: hacer algo totalmente nuevo.
La propuesta fue reinterpretar clásicos del rock and roll, pero traducidos al español y con letras ingeniosas, con un giro que combinaba humor y crítica social. En ese equilibrio entre la broma y la seriedad, el grupo encontró una voz propia, capaz de abordar temas profundos con ligereza aparente. Cabe subrayar que, a pesar del tono festivo, varios de sus integrantes son científicos y académicos de gran nivel, lo que se refleja en letras con carga intelectual y lirismo sólido.
Además del humor negro y creativo, el disco brilla por su nivel musical: músicos experimentados, producción de calidad y el respaldo de CBS (hoy Sony, antes BMG y Columbia). Sin embargo, tras la salida de Renato y Olaf de la compañía, y su inconformidad con el ambiente y estilo de grabación, Naftalina rompió con el sello. Pero, si somos honeztos, sus discos posteriores ya no alcanzarían la calidad sonora de este debut.
Poco después del lanzamiento se realizó una versión en inglés, aprovechando las mismas pistas. Existe una reedición en CD en los años noventa, donde se incluyeron ambas versiones.
Naftalina inició entonces un camino que ha durado más de cuatro décadas. Con altibajos, grabaron siete discos entre 1979 y 2003, y regresaron al escenario en el Vive Latino 2013. Con el tiempo expandieron su estilo hacia el canto nuevo y el pop, sin perder su esencia. Crearon un concepto único e inclasificable, fundamental para entender el rock mexicano de los setenta. Su legado está lleno de momentos lúcidos y brillantes, pero su punto más alto en términos de sonido y cohesión sigue siendo este primer álbum homónimo.