Integrantes:
Francisco Sotelo: Percusiones y batería.
Mauricio Sotelo: Guitarra electroacústica, charrófono y chapman stick.
Ramsés Luna: Flauta, saxofón, clarinete y voz.
Diseño de audio: Edgar Arrellín.
En sus primeros años, Cabezas de Cera atravesó por diversos cambios en su alineación, llegando a integrar hasta ocho músicos en el proyecto. Durante esta etapa inicial grabaron un demo en casete, editado en 1997 por Discos Alicia. El Foro Alicia resultó fundamental para su desarrollo, al ofrecerles un espacio donde podían presentar su propuesta sin concesiones.
Después de un periodo de depuración, para finales de los años noventa, ya estaban conformados y funcionando como un ensamble un tanto extraño, integrado por tres músicos y un ingeniero en audio, pero aún necesitaban un nombre. Después de descartar varias opciones y no quedar conformes, fueron al librero y ahí encontraron “El Reino de Este Mundo” de Alejo Carpentier, cuyo primer capítulo se titula: “Las Cabezas de Cera”.
No es fácil etiquetar a Cabezas de Cera, es un grupo que se debate entre el rock y el avantgarde, no tengo claro si llamarlos una banda o si lo adecuado sería un ensamble ¿Música culta o popular? Por supuesto son candidatos de etiquetas como rock progresivo, jazz o art rock, pero al mismo tiempo hay algo que va más allá y de pronto tenemos que etiquetarlos como inclasificables, lo que al mismo tiempo los libera de las tediosas etiquetas. Siempre se han mantenido al margen de las tendencias, alejados de las modas banales. No son atractivos para las portadas de revistas de moda, no tienen hits en la radio, no son rock stars, más bien son músicos que exploran las posibilidades del sonido, fusionando infinidad de estilos, donde por supuesto el rock está presente.
El concepto rector de grupo llegó con la salida de su primer álbum editado en forma, el disco homónimo Cabezas de Cera, donde comenzaron a explorar el mundo de la instrumentación electroacústica. Marcado en gran medida por los instrumentos que inventó y fabricó Francisco Sotelo, quien por esas fechas estudiaba la carrera de Técnico Artesanal en Metales en la escuela de artesanías de Bellas Artes, donde para el proyecto de titulación escogió el tema de instrumentos musicales, de ahí surge toda una tradición en el grupo de explorar aparatos inventados por Francisco y generalmente interpretados por su hermano Mauricio.
Este primer álbum está dictado por el rock progresivo, de corte instrumental, salvo algunas voces que bien podríamos considerar conversaciones sampleadas, por ejemplo, concretamente en el tema “Pretexto a un Texto Fragmentado” hacen una intensa historia/narración relacionada con los sueños y con la muerte que es una verdadera pesadilla. Lo que yo alcanzo a percibir dentro de un gran y complejo espectro musical, serían fusiones con pasajes de jazz, música autóctona, art rock, world music, sampler, math rock, experimental… Con ciertos detalles electrónicos. Un disco de contrastes en términos de texturas e intensidades, todo el tiempo debatiendo entre el ruido histérico, pasajes sutiles plenos en líneas melódicas. También fue un trabajo que demostró el virtuosismo de sus músicos, con pasajes de baterías, sax y guitarras verdaderamente bien logrados, en todo momento a favor de la experimentación y no producto de una acrobática demostración de habilidades manuales.
Con los años, posterior a la salida es este álbum, la música de Cabezas de Cera se fue alejando del rock y adentrándose más hacía la experimentación, e incluyendo más y más instrumentos inventados por ellos.
Las Cabezas de Cera -al día de hoy como un dúo conformado por los hermanos Sotelo- con los años han encontrado su propio espacio, con un nicho de público tal vez pequeño pero devoto y conocedor. Su calidad los ha llevado a tocar en vivo por todo el mundo, manteniéndose con una dignidad intachable al margen de las suculentas garras que implica la corriente masiva.