¿Y tú, a qué le tienes miedo?
Siempre he considerado el miedo algo paradójico, queridos lectores. Si pensamos detenidamente en el terror, no tiene mucho sentido crear cosas para asustarnos. ¡Piénsenlo! Es una paradoja porque el terror nos causa malestar, pero a su vez placer: somos la única especie del mundo que nos asustamos por gusto y en sí eso es algo contradictorio. ¿Por qué creamos historias de terror si nos producen incomodidad y preocupación? Nos gusta asustarnos, pero al mismo tiempo eso es desagradable. La respuesta científica a esto es la descarga de adrenalina. Cuando el cerebro interpreta peligro nos da ese shot de energía pura para poner nuestro cuerpo en alerta y sobrevivir; somos de alguna manera drogadictos en busca de su próxima dosis. A algunas personas no les gusta el terror, gente cuerda y bien de la cabeza (Amén), sin embargo, yo soy de los dañaditos que gozan con no poder dormir en la noche después de ver una buena película de terror, y por eso quiero recomendarles no una historia, sino trece historias que prometen un buen susto antes de cerrar sus ojos.
Allá en el lejano año de 2007 yo tenía doce años y debía ver a escondidas esta pequeña joya que la televisión mexicana creó -pienso yo- con mucho amor por el terror: 13 miedos es una serie de -valga la redundancia- 13 capítulos que exploraba, en cada uno, un miedo humano. No vi todos los capítulos, pues era complicado para mí en aquella época; pero para mi suerte los tiempos modernos tienen las plataformas de streaming y allí estaba mi pequeño gusto adolescente esperándome para ahora sí, terminarlo de ver.
La serie se estructura como una antología, presentando en cada episodio una trama y personajes distintos. La mayoría de las historias se desarrollan en el México actual y abarcan trece relatos únicos de horror y suspenso con toques de fantasía o thriller. Cada episodio es autónomo y ha sido creado por diferentes guionistas y directores. Constatino Morán actúa como el narrador, quien al final de cada episodio revela que la historia se inspira en temores comunes de la sociedad y de las personas.
Como se mencionó un poco arriba, la premisa eran episodios con diferentes historias, pero siguiendo un hilo conductor: los personajes se enfrentaban, no a miedos individuales como tal, sino a miedos sociales; he allí parte del encanto de la serie, prácticamente cualquier telespectador podía sentirse identificado con las historias. Para empezar, están los miedos tratados: miedo a la soledad, a no sentirse ayudado, al destino, a lo que está en la mente, a la oscuridad, a no superar el pasado, al cambio, al enfrentamiento, a la muerte, al rechazo, a no ser necesitado, a la culpa y a ser diferente.
A lo largo de las historias se plantean escenarios tanto fantasiosos donde el terror sobrenatural se mezcla con el horror mundano (por ejemplo el episodio “Motel”, en el cual el feminicidio se asocia con entidades fantasmales que reclaman ayuda), como verosímiles, aunque claro, con su toque tétrico y enfermizo: en el episodio ‘Se solicita ayudante’ no hay pactos con el diablo ni muertos acechando, simplemente la maldad humana en estado puro.
A mi parecer esta antología de relatos tenebrosos no ha quedado rezagada, a pesar de sus ya casi veinte años de haber sido emitida, pues mantiene la esencia de lo que son los miedos humanos (si bien no aparecen todos, por lo menos uno de los ya mencionados es vigente para cada individuo en este mundo); aunado a que siempre es un placer contemplar un producto audiovisual de buena calidad narrativa de origen nacional. M13EDOS enaltece sin lugar a dudas el esfuerzo de la gente que ama hacer terror de buena calidad y por ello estoy seguro que dentro de no mucho tiempo volveré a ver esta serie y disfrutar de una contradictoria sensación de gusto y displicencia.
Y antes de irme queridos lectores, una deuda genuina: ¿Ustedes a qué le tienen miedo?