




Reseña por Memo Fromow
AAA Sin Límite de Tiempo (2010)
Alberto Rodríguez
Ánima Estudios
Película: Animación
Máscara contra Rehilete.
Lo sé, lo sé, el elegante y severo Memo Fromow reseñando una película que, de haber sido más afortunada, hoy sería pasto para los memes y el choteo más descarnado, pero tristemente ni eso pudo alcanzar en la memoria del respetable público. Esta película ha malvivido rondando por la red después de un malhadado estreno hace ya15 años, sin recibir siquiera la merced de convertirse en un meme como ha sucedido con tantas otras animaciones mucho más mediocres y menos chistosas que esta. Por eso hoy en Rehilete quiero tomarme unas cuantas líneas para darle una pequeña escala en la memoria del internet a una película con una inesperada y discreta virtud que la hace merecedora de mejor suerte.
Aunque nunca he sido fan del tantas veces infame imaginario del “Mexican Curious” que, aun bienintencionadamente, ha acabado por reducir la “mexicanidad” a un festival de colorido y kitsch que gira en torno a lugares comunes como el Día de los Muertos (sí con el artículo los en medio), las calaveras y luchadores; repito, a pesar de ver este cúmulo de imágenes con suma desconfianza, confieso que una vez, antes de ser el que ustedes ven, de bastón y con bombín, monóculo y champaña, fui un entusiasta de las luchas.
Quizás fueron las tantas mañanas con mi abuela vitoreando a calzonudos agarrarse a catorrazos y la memoria que de ello guardo como recuerdo de tiempos y familiares idos lo que hoy me hace pasar por encima de todos mis prejuicios para defender el honor de las luchas y su breve paso por la animación.
Quizás azuzada por la competencia, la AAA se asoció con un aún vacilante Ánima Studios, que si bien todavía no acababa de refinar su técnica, podía permitirse alguna que otra aventura gracias a los fondos proporcionados por esa mina de oro que fue El Chavo Animado; además, la perspectiva de asociarse en algún modo con una institución nacional como las luchas debió parecer prometedora.
Recuerdo que cuando la vi anunciada por primera vez en un espectacular en periférico me preocupé de pensar que algo tan querido para mí fuera a ser objeto del ridículo al que inevitablemente conduce la infantilización de un producto como la AAA, acosada ya entonces por la acusación de no ser tan buena como su contraparte estadounidense, que comenzaba a penetrar en México.
Los luchadores mexicanos, en quienes brilla más la vena acrobática y la vocación de espectáculo antes que los físicos esculturales, aparecían adaptados para la gran pantalla con un aspecto que contrastaba demasiado con sus contrapartes reales. El tráiler presumía unas ínfulas de epicidad que se perdían ante el humor tan descafeinado que se asomaba en los chistarracos entrevistos durante sus menos de 2 minutos de duración. Todo prometía una tormenta perfecta, auténtico desastre.
Y parcialmente así fue. Cobardemente, no apoyé a mis luchadores y temeroso de las vergüenzas, no la fui a ver.
Poco menos de una década después del naufragio, la marea me trajo los restos de ese desastre en youtube, y ahora debo reconocer cuán injusto fui con mis viejos héroes.
No hablaré mucho de la animación, en ese aspecto las limitaciones técnicas de las que Anima claramente sufrían, y que se notaba en casi todas sus producciones, son aquí dolorosamente evidentes; poco se puede decir para atenuarlas. Esta es una película llevada de su guion, centrado en el humor antes que en cualquier otra cosa.
El Dr. Transistor, un científico loco que de haber centrado sus esfuerzos en la investigación antes que en las luchas, habría honrado a México con su máquina del tiempo, desea ofrecer el mejor espectáculo del mundo y para ello tiene planeado servirse de las estrellas de la lucha libre, con su consentimiento o sin él. Estamos en los 70’s: la crisis política y económica se quedan chiquitas ante el duelo entre el bien y el mal que sucede en el ring. Triple Dragón, un enmascarado justiciero en la mejor escuela del Santo, se las arregla para truncar el infame plan, pero el maloso se escapa a través del tiempo y el espacio para cumplir sus planes en otro momento y lugar. De vuelta en el “presente” ya no tan presente (2010), la rivalidad entre Rudos y Técnicos, encarnados en Parca y Abismo Negro (ambos ya fallecidos a día de hoy) amenaza con salirse de control fuera del ring, caldo de cultivo perfecto para un villano sin escrúpulos.
¿Qué tenemos aquí? Una película que se prestaba a la burla de los escépticos o los que creyendo saber mucho, nos pusimos a exigirle cosas que no correspondían e ignoramos la devoción de fan con que se hizo esta película. Las referencias al lore luchístico abundan y estoy seguro de que hubo varias incluso que se me escaparon; ver una vez más a viejos conocidos que hoy ya no están con nosotros pone a los que los vimos luchar en carne y hueso, algo nostálgicos por una era ya pasada en el ring.
Si conoces, conociste o algo te apasiona el mundo de las luchas, no te faltarán ocasiones de señalar y decir “yo reconozco eso” mientras agarras y sacudes del hombro al que haya tenido el infortunio de acompañarte para la experiencia.
El humor es una montaña rusa que va de lo dolorosamente ñoño a sacar genuinas risotadas con los varios chistes que están bien encajados en muchos momentos de la película; para ser algo concebido tan descaradamente family friendly, se las arregla para llevarse pesado con sus personajes sin necesidad de hacerlo con su público.
En cuanto a la historia, uff, he aquí un nudo de sentimientos. Es claro que a los que vemos aquí no son a los luchadores que conocimos. Estos son básicamente superhéroes, muy lejanos en sus habilidades y actitudes a sus contrapartes, tan humanos, más aún, tan mexicanos: su virtud en la vida real choca con lo que la pantalla exigía de ellos. Es conflictivo ver a estos monos tan estilizados y esculturales lanzarse en cruzadas de ciencia ficción sin pensar en lo diferentes que son los dibujos animados de la gente que supuestamente retratan ni pensar “Aaaasshh, apoco sí, pinche Parca”.
Quizás sea esa perpetua necesidad nuestra de tomar demasiado en serio al producto nacional hasta en lo que no, lo que nos llevó a despreciarla por la misma cosa que para otras franquicias ha supuesto un éxito: igual o hasta más delirantes han sido las producciones animadas de la WWE sin que por ello desviemos la mirada bufando desdeñosos del ridículo que son. Ellos no se toman en serio: esas mismas películas saben identificar y convertir en una virtud su propio absurdo… y también ayuda bastante que estén notablemente mejor animadas, sí.
No voy a decir que esto es una gran película, quizás, según ciertos estándares, ni siquiera buena, pero es un producto que, con todas sus fallas, quiso apuntar un poquito más alto y, por la fuerza bruta de la imaginación, despojarse de la ironía que es elemento tan importante en el espectáculo de la lucha; al diablo la consciencia que el espectador tiene de saberlo una pantomima bufa cuando lo ve en vivo: por poco más de una hora, Parca, Abismo Negro, Latin Lover, Chessman, Charlie Manson, Brazo, Fabi Apache, y hasta Cibernético (al que aún tengo el honor de haberle gritado Ciberputo hace más de 10 años) son héroes en toda regla. Por la fuerza del espectáculo, el propio espectáculo se trasciende a sí mismo y se pretende serio, aunque sea un poquito, sólo lo suficiente.