Portada del disco Aixcaquema.
Portada del disco Aixcaquema.
Calificación recomendado de Rehilete
Calificación recomendado de Rehilete

Reseña por Lalo Enríquez

Aixcaquema (2025)
PHI UNO
Tópico Records
Disco: Folclor / Alternativa

Un tránsito sonoro hacia el origen.

Empecemos por lo primero ¿Qué diablos es ‘aixcaquema’? Bien, se trata de un grito de guerra utilizado en el contexto de la Danza de los Tastoanes: es decir, la representación de las culturas de la zona de Zapopan y Tonalá para recrear de manera histriónica la colisión entre los pueblos originarios de dicha región con los conquistadores españoles, misma que se dio durante todo el proceso de colonización. El significado preciso de aixcaquema es algo así como “hasta tu muerte o la mía”.

No hay duda de que la influencia de las culturas prehispánicas no se queda en el mero nombre de este álbum. Oriundo justamente de la región de Tonalá, Luis Villalobos trabaja bajo el alias de PHI UNO para presentarnos una sorprendente mezcolanza global de músicas tradicionales, pero con un estilo incuestionablemente moderno. La influencia estética e instrumental de la música indígena-chamánica americana es más que evidente, pero tampoco podemos entender el producto final sin considerar la tradición litúrgica occidental (particularmente los primeros cantos monofónicos del medievo), los cánticos tibetanos y sus respectivos mantras, así como géneros contemporáneos como el drone, el new age y el darkwave que asociamos con grupos como Dead Can Dance.

Primigenio, el disco debut lanzado en 2018, ya presentaba una instrumentación minimalista y una producción que proporcionaba a las canciones una gran amplitud y profundidad, todas ellas características que se repiten en su más reciente proyecto en largo. Si acaso, me parece que Aixcaquema tiene un sonido ligeramente más inusual y primigenio que su antecesor. En cuestión de calidad se encuentran bastante igualados, en mi opinión con sutil pero significativo salto para el lanzamiento de este año, quizás porque al final el músico llegó a un estilo menos ‘world’ y todavía más minimalista.

Uno de los cambios notables es la reducción y el cambio de algunos de los colaboradores entre ambos discos, presentando como músicos invitados en este caso a José Luis Arana, Óscar Rojas y Abigail Huerta (los dos primeros viejos colaboradores), con algunos otros nombres que se quedaron en el camino.

Debo decir que es raro el hecho de que dos lanzamientos sean separados por un lapso de 7 años y aún así retengan un mismo espíritu y una misma esencia, llegando a sentirse como continuación completamente natural el uno del otro. Sin duda es un indicio de lo claro que Luis tiene su proyecto y su sonido, lo cuál se agradece porque en efecto se trata de algo sumamente único y original en la escena nacional.

Al final, nos encontramos ante música y letras inherentemente crípticas, por lo que no puedo dejar de citar lo que escrito en la página de lanzamiento, para colocar el disco en el contexto que su creador nos plantea: “Aves, peces, chirimía, tambores, guitarras y voces creando atmósferas oníricas en torbellinos sintéticos. Un viaje por el océano interno de las emociones, en la ruta de auto exploración por paisajes que van desde un colorido y nostálgico amanecer hasta el espesor de un sueño lúcido, concluyendo con bailes de gratitud y reconocimiento del origen.” Por otra parte, su página personal nos habla de cuatro pilares que sustentan la visión musical de Luis: Contemplación, Introspección, Movimiento y Profundidad.

Queda por demás decir que esta es música que no se presta para toda ocasión: invito a cualquier intrépido a que ponga pausa al reggaetón de una fiesta y reproduzca este disco, y auguro que se encontrará con un método radical pero sumamente efectivo de depuración de su círculo social. No obstante, la paciencia, la oportuna soledad y la introspección son todas medallas del buen vivir, como sabemos a conciencia los escuchas militantes de PHI UNO.