Portada del libro Añoss de Gato.
Portada del libro Añoss de Gato.
Calificación recomendado de Rehilete
Calificación recomendado de Rehilete

Reseña por Memo Fromow

AñoSS de Gato (2014)
Pavel Ortega
Independiente
Libro: Novela Gráfica

El Mal nunca fue tan peludo y esponjoso.

Hace 10 años, Pavel Ortega documentó y plasmó en papel la biografía del piloto de la Luftwaffe Helmut Katzinger, criminal de guerra prófugo de los procesos de Nüremberg así como de los cazadores de nazis que acabaron con tantos colegas suyos en los años de la posguerra. De esa entrevista en el barrio berlinés de Kreuzberg salió el material que compondría el libro que hoy reseñamos en su edición de décimo aniversario, AñoSS de Gato.

La escena de la historieta mexicana es despiadada: tirajes pequeños y autopublicados que sin embargo requieren de esfuerzos heroicos para poder siquiera imprimirse en ediciones modestas que en muchos casos, aun cuando se venden, apenas bastan para cubrir los costos de la operación. A pesar de lo ingrato de la empresa, el país no solo sigue lleno de caricaturistas, sino que continúan multiplicándose en una era donde la publicación y la difusión ya no depende estrictamente de poder arreglarse con un impresor. Pavel Ortega, sin embargo, ya peleaba esta batalla cuesta arriba al menos desde el lejano año de 2006, como operativo especial de campo allende el mar, emboscando libreros, editores y demás agentes en el terreno de la literatura. En un tiempo antes de internet y con apenas contactos, ya se las arreglaba para crear y distribuir sus creaciones, haciéndose de un pequeño grupo de fans que lo han seguido a través de una larga evolución de la que, en su momento, AñoSS de Gato fue un momento culminante.

La vida de Katzinger es todo lo que cabría esperar de un tránsfuga nazi: una vida marcada por la desolación de los años que siguieron a la indigna paz de Versalles en la triste República de Weimar; padres severos pero honrados y bien conscientes de la altura de su posición moral respecto a todos los demás pueblos de la tierra (o eso dicen…) y una profunda consciencia del deber que tiene para con una patria sobajada por las conjuras de una cábala internacional que gobierna el mundo desde las sombras, bola de subhumanos carroñeros que… Pero si Katzinger es un gato… y encima un gato que nació de una mujer pareja humana, un gato que vive inexplicablemente entre humanos que lo maltratan, pues lo consideran una aberración y lo dejan vivir entre ellos sólo por la posición privilegiada de sus padres, un error de la naturaleza en un régimen que se regodea de ser su mejor logro. Duh, la ironía está servida.

Vaya que Pavel Ortega ha sabido captar bastante bien el ambiente y el proceso de formación moral de una generación que, aunque lejana, debe estar entre las mejor documentadas por la historia y los medios: los nazis quedaron sometidos a la banalización de la cultura del espectáculo y son hoy día entendidos más como una marca de entretenimiento que como el atroz fenómeno histórico que fueron.

Pero Pavel Ortega, como historietista independiente no está sujeto a los escrúpulos usuales que los medios tradicionales suelen guardar respecto a una guerra que, a pesar de estar entre las más glorificadas y “whitewasheadas”, sigue siendo una guerra y por tanto no se salva de haber sido un brutal resbalón moral en el ya triste curso de la humanidad. Tal vez por ser gato y no humano, Katzinger está a sus anchas en un ambiente tan falto del más mínimo atisbo de decencia: esto es un juego donde los que mueren no son como él; no son realmente sus congéneres los que caen como moscas bajo las ametralladoras de su avión. Me recuerda a tantos y tantos adolescentes para quienes la guerra no pasa de ser un divertimento o una fantasía de gloria por no haberla conocido nunca más allá de una pantalla o a los nazis latinos que con un par de lecturas mal digeridas de Nietzche creen entender, o peor, justificar un mundo del que solamente conocen los uniformes chidos, algunas generalidades de libro de texto y una imagen deformada por una sobreexposición mediática: desperdicios de la cultura del espectáculo.

La obra de Pavel Ortega es una agria reflexión sobre la guerra y su imagen romántica: Katzinger es un cínico ególatra que, después de haber sido un “héroe” y más nazi que el Führer, no vacila en cambiar de casaca cuando ve cambiar la marea. De nuevo, un vivo reflejo del cinismo omnipresente en el fenómeno de la guerra… y de la historia: tan bien como construye la trayectoria vital de un nazi de manual, Pavel recrea el devenir típico de los de su casta; perdonado y ayudado a evitar la justicia por oficiales aliados y elementos de la iglesia que son, a fin de cuentas, igual que él, pero lo suficientemente prudentes para saber guardarse ciertas cosas para más tarde; ya habrá tiempo de volver a empezar, y esta vez hacerlo bien, tal como los aconsejó Julius Evola.

Pero estos son cómics, después de todo y son para reír (creo): aquí tenemos parodias de Indiana Jones en la figura del propio Katzinger; conocemos el género del Stalag, al que podemos llamar sin riesgo, el libro vaquero de Israel, que imagina a soldados aliados “torturados” por guapísimas e imposibles oficiales alemanas (quizás un intento de desquite con la historia por parte de los editores israelíes) y además hay una respuesta deliciosamente irónica al archiconocido Maus de Art Spiegelman. Verdaderamente el autor no le rinde cuentas a nadie.

AñoSS de Gato es un saludable cubetazo de sarcasmo para sacarnos de fantasías estúpidas sobre la guerra y sus personajes que difícilmente podría darse el lujo de ser tan corrosivo de haber estado a cargo de alguien además del propio Pavel Ortega.

En las orillas del discurso se esconden los perversos que nos murmuran, “psst, ey, chico ¿quieres ver algo de veras chido?” y abren su gabardina para enseñarnos las cosas con las que perdemos la inocencia, pero ganamos la sabiduría.

Sí, el mundo del cómic independiente es ingrato, caro y agotador, pero ofrece satisfacciones reservadas a los que no responden a nadie, a veces ni siquiera a su audiencia.

Es bueno ser libre, aunque tenga que ser con un cretino como Katzinger.

Conociendo al Mossad, tal vez le hicieron una visita poco después de la entrevista con el autor, después de todo, nadie ha sabido de Helmut en un rato, ni siquiera Pavel.