Portada del disco Aparta e Mi Este Cáliz.
Portada del disco Aparta e Mi Este Cáliz.
Calificación recomendado de Rehilete
Calificación recomendado de Rehilete

Reseña por Memo Fromow

Aparta de mi este Cáliz (2009)
Luis Humberto Crosthwaite
Tusquets Editores
Libro: Novela

Cristo se ha detenido en Tijuana.

Para tomarse una cheves bien helodias con los compas y tirar netas acerca de cómo eso de ser Mesías no está tan chévere como lo pintan.

Chacotear con los evangelios y juguetear con lo sagrado ya no es cosa nueva, y andar de faltoso es algo que se ha hecho ya tanto que es más fácil hacerlo mal que decir algo de verdadero provecho en el proceso. Luis Humberto Crosthwaithe tiene dos ventajas a su favor y que lo salvan de hacer un libro dolorosamente adolescente: primero, que hace una aproximación bastante empática a la condición humana de Jesús, alias el Cristo, abundando en las dudas y debilidades que vienen con llevar el simbólico peso del mundo en tus hombros. Aunque eso tampoco es nuevo, lo que sí lo es, y que constituye su segunda ventaja, es la sincera y chacotera autenticidad de verdadero tijuanense que el autor imbuye en el texto.

Ya antes en El Evangelio de lúcas Gavilán, Vicente Leñero había ensayado un Jesucristo de barrio que, armado sólo con la verdad y todo el chingonario en la boca, se enfrentaba al México de fines del milagro económico con un tono tragicómico y populachero.

Lo que distingue en este caso a Crosthwaite es la experimentación formal que lleva a cabo sin perder el suelo en ningún momento.

Nuestro Cristo es un Cristo soñado por un gañán que vuelve de prisión… ¿o es Cristo quien sueña y se duele de las maldades de un gañán arrepentido? Es imposible no notar el eco de La Noche Boca Arriba de Julio Cortázar.

Lo cierto es que este sueño lo agarramos ya empezado y Chuy el soñador tiene que arreglárselas, primero que nada, para adaptarse a que de buenas a primeras es el mesías de un pueblo ingrato y pedigüeño que nada más no lo deja tranquilo: un hombre tiene el derecho de tomarse una chela en paz, no así el mesías. Ni apóstoles ni seguidores le darán tregua con su ingratitud, incompetencia y constante necesidad de atención.

Encima, esta ya no es la Jerusalén de sus recuerdos. Dicen que el que de su casa se aleja, nada lo encuentra como lo deja: los changarros y los lugares de antaño son ya ruinas o bien sucursales de cadenas sin alma ni raigambre con el terruño añorado en prisión. Los pequeños de antes son ahora grandes; los antiguos amigos ya no tienen tiempo y en el saturado mercado de las almas pululan los mercachifles sin escrúpulos con los que hay que competir.

Para acabarla de fregar, este es un Cristo carnal, enamorado de una joven que lo quiere bien, Hortensia. Pero entre que la gente no lo deja en paz y que ella tiene sus propias debilidades, nada más no puede querer como a él le gustaría.

¿Esto de ser mesías quién lo inventó? Te admiran los chacas y te persiguen los romanos para que al final no puedas confiar ni en tus amigos y de cualquier manera todos quedan enojados contigo. Casi dan ganas de morirse, pero no en la cruz, eso si que no, que uno será muy barrio y todo pero esa es muerte de malandros, además de que duele mucho y nuestro Chuy no está para esas.

Pero siempre, entre estampa y estampa nos visita una señora que quién sabe quién o qué será, pero que es el consuelo de Chuy/Cristo; de quien el solo recuerdo de sus besos bastan para calmar las ansias (o a veces alborotarlas). Una presencia puramente tangencial que nunca interviene directamente, asomada apenas en pasajes que parecen puestos como por error, pero cuya influencia en el personaje y la narración es inapreciable.

Muy cotorro y todo, pero a la gente seria de toda seriedad que leemos libros difíciles y sesudos todavía nos queda preguntarnos qué hace especial un libro con tantas palabrotas y escenas no aptas para horario infantil. Pues bueno, hay que decir que la factura técnica del libro es bastante ingeniosa. Crosthwaithe escribe con un estilo conciso, aforístico por momentos, pero que resulta un acierto al ver la agilidad que da al texto; más importante, esta velocidad aporta bastante para crear la atmósfera de irrealidad que la estructura de la novela parece querer crear.

Todo pasa rápido, entre brumas que entre estampa y estampa parecen aclararse antes de volver a nublarse de sueños que se enciman: la estructura de la novela se compone de la concatenación de dos ensoñaciones y la añoranza de una mujer amada que continuamente se enciman uno sobre otro, formando una narrativa quebrada por medio de la cual aprendemos cada vez un poco más de la vida de Chuy, de sus esperanzas, sus debilidades y sus dudas en este papel que el capricho del destino onírico le dio sin quererla ni deberla. Tal vez expía en la carne de sueño de Jesús sus propios crímenes en la tierra: pues algunos que debe de allá los pagará también aquí.

No puedo dejar de insistir en el factor de esa misteriosa señora que Chuy siempre anhela, a quien le habla de usted y por quien daría el mundo, solo para volver a tocar sus labios. No pocos pasajes del libro le están dedicados, páginas enteras que a veces abarcan tan solo una línea, sólo para ella. Por encima del encierro, de la ingratitud, de la traición que ronda los sueños y los días está siempre ella. No sabemos si es un avatar de la querida Hortensia que en sus sueños Jerosolimitanos alivia la carga de ser el Salvador ayudándole con el quehacer, entre otros menesteres… o si es otra cosa, algo más: quizás, poniéndome cristiano, ya que a fin de cuentas estamos en una novela de tema cristológico, me atrevería a decir que en ese amor reconfortante está la bienaventuranza prometida, deseada, soñada por todos los pecadores y llegados a este punto, hasta por el mismo Cristo ya cansado de tanto mundo.

Pero quien sabe, entre tanto despiporre uno ya no sabe ni que pensar, pues a poco volvemos al paisaje de desolación espiritual que no nos queda sino enfrentar con risa medio verdadera y medio nerviosa.

Para los ateos y faltosos, aquí hay para señalar y reír de las debilidades humanas; para los lectores serios y casuales tenemos una historia rápida pero ingeniosamente construida, digno experimento de un autor con callo. Para los que sueñan, tenemos el atisbo del amor que vela sobre nosotros.

Una de cal por las que van de arena.