Portada de la película Ciudadano Buelna
Portada de la película Ciudadano Buelna
Calificación Recomendado de Rehilete.
Calificación Recomendado de Rehilete.

Reseña por Memo Fromow

Ciudadano Buelna (2013)
Felipe Casals
Cuatro Soles Films
Película: Drama

Derrotado en la guerra y en la taquilla, Rafael Buelna no se rinde ni pasados los cien años.

Me acuerdo muy bien cuando vi esta película en cartelera, allá en el lejano año 2013: en ese momento estaba compitiendo con una olvidada película infantil llamada Por mis Bigotes y (oh desgracia) con la archi recordada Nosotros los Nobles. Pobre Buelna, nunca tuvo oportunidad; como tampoco la tuvo cuando se levantó en armas en 1910.

Rafael Buelna fue uno de los tantos caudillos regionales que se levantaron en armas en 1910, con la novedad de que él tenía 19 años y hasta donde sé, era el único estudiante que lo hizo: contrario a la tradición revolucionaria, en la Revolución Mexicana, los estudiantes casi no participaron y cuando lo hicieron fue usualmente de parte de las fuerzas conservadoras. Buelna tuvo una trayectoria fugaz como comandante carrancista hasta que rompió con él y con Pancho Villa en la Convención de Aguascalientes de 1914 y desde entonces todo fue cuesta abajo; se movió y no salió en la foto. Tuvo que huir de México y malvivió por años regentando un restaurante en Estados Unidos; regresó al país solo para morir en la rebelión Delahuertista en 1923 y desde entonces nadie se acordó de él hasta que Felipe Cazals nos lo trajo de vuelta, ahora en forma de película producida por Cuatro Soles Films y distribuida con fondos públicos.

Es un filme muy, pero muy austero y se nota en la sencillez de los sets y de la poca complejidad de la mayoría de las escenas en las que hay poco movimiento, pero sí mucho diálogo. La trama de la película es un seguimiento a grandes rasgos del proceso revolucionario en el noroeste de México, lejos de las grandes batallas de Pancho Villa o la tragedia zapatista y, a menos que seas de por allá o tengas una formación histórica muy sólida, en verdad necesitamos que los personajes nos orienten sobre qué rayos está pasando y de hecho buena parte de las escenas consisten en eso.

Me temo que es un costo narrativo asociado a echar el ojo en acontecimientos tan desconocidos como la mayoría del público: entre la urgencia de poner en claro el trasfondo histórico me parece que la figura de Buelna se difumina y pasa a segundo plano, sólo queda de él la imagen de un tipo muy decidido y echado para adelante que jamás le saca el bulto a los problemas ni baja la cabeza ante nadie. Eso es un rasgo muy importante, pero lo cierto es que es poco más lo que llegamos a saber de él, incluso los breves intervalos dedicados al romance resultan más bien fríos ante la impasibilidad de Buelna, igualmente frente a la guerra como de cara al amor. Relájese, hombre.

La banda Sonora es tan discreta que casi me atrevo a llamarla inexistente: la gran mayoría de la película transcurre prácticamente en silencio. No sé si haya sido una decisión estilística o una consecuencia del bajo presupuesto que maneja la producción pero confieso que no siempre resulta desacertada: el carácter del protagonismo y la seriedad de las escenas calzan en muchos casos mejor con el silencio que con cualquier cosa que le pudieran haber puesto de fondo; la cosa es que, tan bien como encaja en varias escenas, deja un vacío bastante grande y notorio en otras.

El ritmo de la película, como dije arriba, conlleva sus dificultades: cubrir más de una década de actividades no es cosa fácil y tan no es fácil que con todo y el énfasis puesto en aclarar cómo las hazañas de Buelna encajan en la corriente central de la Revolución, hay cosas que difícilmente se entienden a menos que seas un entusiasta de la historia de la Revolución. De otra manera, no te va a quedar claro por qué es que eligen a Buelna para ir a buscar a Zapata o quién es Soto y Gama y por qué hace un tremendo papelón en la Convención de Aguascalientes; por no hablar de personajes tan oscuros para el público como Lucio Blanco o Juan Carrasco y las más bien desconocidas campañas constitucionalistas en la costa del Pacífico.

La película, además, lleva prisa: el tiempo es dinero y pocas veces es esto más cierto que en películas de presupuesto apretado, de modo que fue necesario meterle pata a eventos complejos como el cuasi fusilamiento de Obregón por Buelna o los desencuentros de las facciones en Aguascalientes: episodios muy dramáticos deben resolverse en menos de 5 minutos porque el costo del metraje no disminuye por estar retratando algo importante.

Sin embargo, algo sí que se refleja y no hay que ser un loco de la historia para notarlo: las constantes traiciones, reveses e inestabilidad general al interior de las facciones. Es algo que todos sabemos, pero dentro del Gran Relato que generalmente se hace de la Revolución, las facciones parecen concentradas en un puñado de hombres: Villa es el villismo, Zapata el zapatismo y Carranza el carrancismo, punto. Así es fácil olvidar que esas corrientes estaban hechas de muchos oficiales y generales que sólo rarísimas veces eran leales, por lo general cambiando de lado, restando y sumando soldados y recursos que más de una vez significaron duros golpes a los grandes personajes. Eso está muy bien retratado en esta película, habiendo sido Buelna uno de esos oficiales medio chapulineros que cambiaron de bando para sobrevivir según las circunstancias.

Finalmente, todo lo que le falta se lo perdono por las preciosas tomas que nos da del México occidental. La fotografía de esta película es uno de sus puntos fuertes y es que las escenas, con todo y ser sencillas no dejan de sentirse pulidas, casi preciosistas en la limpieza y claridad de cada una, orden en el desorden. Al igual que el mismo Buelna, a quien no lo despeinan la batallas ni los debates y se nos presenta siempre limpio y catrín así se halle en plena campaña, la película nos entrega siempre encuadres y escenografías que no por sencillas dejan de halagar los ojos con el meticuloso cuidado de su factura. Antes muerto que sencillo y la Revolución no es excusa para la fodonguez.

La Revolución fue un fenómeno inmensamente grande y complejo que tomó mil formas dependiendo del sitio donde pasó, pero es muy fácil olvidar eso si nos dejamos guiar solamente por el relato a gran escala. Ciudadano Buelna es un ejercicio de recuperación de la memoria local a través de un personaje casi olvidado en un área “periférica” de la historia de la Revolución y aunque modesto, cumple con ello con pocos recursos y poco tiempo.

La recuperación de la memoria, especialmente de los episodios y regiones más soslayados es una de las funciones de la historiografía mexicana y de las instituciones dedicadas ayudarla en esa tarea y aquí Cazals y los recursos públicos cumplen no tanto con entretenernos, sino con recordarnos cosas importantes.

Eso sí, no les perdono algunos detalles del reparto: hasta yo tengo más barba que el Carranza que eligieron, se pasan.