




Reseña por Lalo Enríquez
Dulce Beat (2005)
Belanova
Universal Music
Disco: Pop
Joya del pop latino, que presume de un hit tras otro, y quizás llegó al mundo un poco antes de lo que le convenía.
Solemos exagerar de lo que se pierden o dejan de perder aquellos que nos ha dado por tachar de “únicos y diferentes”. Es un sentimiento reconfortante sentirse en total sintonía con las grandes figuras y tendencias de la música pop de tu era y de tu lugar: la primaria fue ese momento para mí.
Mis primeros dos discos (comprados piratas en el tianguis, debo de admitir) los pedí cuando tenía unos 7 años: Azul de Cristian Castro y Un Día Normal de Juanes, cuyo tema ‘A Dios Le Pido’ fue mi primera mini-obsesión musical, en sintonía con las estaciones radiofónicas que la repitieron hasta el más absurdo de los cansancios.
Así la pasaba en 3ro, 4to y 5to de primaria, disfrutando sin mayor vergüenza ni reflexión de aquella música masiva que me rodeaba: Reik, RBD, Sin Bandera. Cantando apasionadamente junto a mis amiguitos ‘El Detector de Metal’ de Belinda y Moderato durante los convivios escolares. YOLO, como dirían los chavos (de hace 15 años, claro está).
Ya entrado en 6to de primaria y el inicio de la secundaria, algo comenzó a cambiar dentro de mí. Queen y Los Beatles se convirtieron en mi religión y demostrar su supremacía en mi misión dictada por la providencia. De ahí, Pink Floyd… Oasis… Los Smiths… Radiohead… Joy Division. Para la prepa ya me había convertido en un único y detergente puro y duro; y la cosa solo se pondría peor de ahí en adelante.
Pero un buen día me di cuenta de que mi amor por la música era algo que ya había trascendido cualquier tipo de búsqueda de la identidad. Realmente estaba (y estoy) completamente obsesionado con la experiencia de escuchar esa mezcla de ritmo, melodía y armonía que llamamos música; así sea el pop descarado de Madonna y Michael, o algún proyecto experimental de drone bielorruso que haga música a base de plantas en el sótano de una fábrica embrujada.
La vida es cíclica y de repente dan ganas de regresar a esos sonidos de la inocencia perdida. Es raro aquel de mi generación al que no le dé gusto (culposo o profeso) el escuchar de repente un ‘Caraluna’ de Bacilos, un ‘Rosa Pastel’ de Belanova o un ‘Espacio Sideral’ de Jesse & Joy. Y no soy excepción; ya con el paso del tiempo y sin prejuicio adolescente, es evidente que si esas canciones llegaron a explotar tanto en términos de popularidad por algo fue. La música de los 2000’s se antoja descomplicada y bellamente ingenua a los oídos de aquellos a los que el Siglo XXI ya nos pasó por pruebitas como la crisis económica de 2008, la pérdida generalizada de confianza en las instituciones democráticas, la pandemia de coronavirus, el desencanto con el potencial de las redes sociales y del internet como herramientas para fortalecer la comunicación humana, el temor constante de que nuestra labor sea reemplazada por el meteórico ascenso de la inteligencia artificial o… OK, perdón, perdón, volvamos a la música.
El punto es que al revisitar ese pop dosmilero uno la pasa bien, pero no necesariamente queda muy impresionado. Caso contrario para mí ha sido el de Belanova, agrupación que quienes vivimos aquella época de mediados de los 2000s en México sabemos que fue popular con p mayúscula. Hace unos años que se me ocurrió ponerme escuchar sus discos completos, y caí en la cuenta de que el nivel de calidad que manejaban era muy distinto al de la mayoría de los actos más famosos de su generación.
En particular creo que el álbum Dulce Beat es una joya del pop latinoamericano e hispanohablante en general. Siento que llegó en una época equivocada, ya que unos años después estaba a todo lo que daba la explosión de lo hípster, en la que si bien muchos se alejaron del pop, también comenzó a crecer la tendencia de reconocer con más ganas y argumentos el buen pop. De ahí que en otras latitudes se celebrara mucho a creadoras como Javiera Mena (Chile), Carly Rae Jepsen (Canadá), Lorde (Nueva Zelanda), La Bien Querida (España) y similares.
Este disco de Belanova la convierte en uno de los proyectos de pop mexicano que más se puede acercar a esa categoría y a ese nivel, probablemente junto con Julieta Venegas. ‘Niño’, ‘Rosa Pastel’, ‘Escena Final’, ‘Por Ti’, ‘Me Pregunto’; la verdad es que Dulce Beat es un catálogo muy sólido de baladas pegadoras y de electropop del bueno, en el que los hits se siguen uno tras otro, la producción suena a calzador y cada uno de los integrantes del grupo está en ‘su zona’.
Dos factores han contribuido a generar una especie de revival en Belanova: el que hace poco regresaran al circuito de las giras con varios llenos masivos, así como la reedición de su discografía en formato de vinilo. Justamente tuve la fortuna de adquirir este disco en ese formato (con edición en color rosa pastel, claro está) y fue una experiencia bastante genial y surreal.
Aunque olvidado por la crítica, Dulce Beat debe figurar en lo mejor de la década de los 2000’s en México; así como en cualquier repaso serio de nuestro pop nacional.