Calificación favorito de Rehilete
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Reseña por Augusto Montero

El Gran Calavera (1949)
Luis Buñuel
Ultramar films
Película: Comedia

Derico a pobre con una sola mentira.

Una familia adinerada; unos niños de papi (y con una difunta mami); un padre alcohólico y consentidor; unos tíos buenos para nada; pero lo más importante, mucho, pero mucho dinero. ¿Mala combinación no creen? Ahora bien, ¿cómo evitamos que esto termine en un mal desenlace? ¿Y si le damos una lección de vida al padre para que ya deje el chupe de una buena vez por todas? ¿Y si le hacemos creer que por sus problemas con la bebida perdió todo su dinero? ¿Qué podría salir mal? Más o menos esto es la premisa de la segunda película grabada en México del exiliado español Luis Buñuel: El gran Calavera.


Tal vez la idea anterior le suene un poco conocida querido lector, y es que en el 2013 tuvimos un remake de bastante éxito en nuestro cine nacional: Nosotros los nobles. Obra que de hecho al final del filme aparece que está basada en esta singular pieza cómica de finales de los 40. Si bien la idea es la misma: hacerle creer a un rico que es pobre para que aprenda una lección de vida; la obra original, es, a mi parecer, un poco más ingeniosa.

La película es una comedia que, bajo su apariencia ligera, guarda una sátira mordaz de la burguesía mexicana de mediados del siglo XX. Un patriarca millonario (Ramiro de la Mata), borrachín y consentidor, ve cómo su familia vive a su costa sin el menor escrúpulo. Ante el desorden moral y económico, un plan “terapéutico” -hacer creer a todos que han perdido la fortuna- por parte de su familia (hijos, hermanos y cuñada) le hace darse cuenta que debe de recapacitar. Sin embargo, el giro cómico surge cuando Ramiro se da cuenta del engaño, pero lejos de reclamarles entiende el por qué lo hicieron, mas, en vez de poner fin a la charada decide que a manera de aprendizaje para su familia (mantenidazos todos ellos) será bueno que prueben un poco de su propio chocolate.

En esta obra Buñuel, todavía en su etapa mexicana previa a sus obras más radicales, desea hacer un retrato social de la burguesía mexicana (hoy día Whitexicans). La puesta en escena es apoyada por diálogos punzantes que no se regodean en el chiste fácil, sino en la ironía. El humor nace del contraste entre la impostura y la realidad: el lujo impostado, los proyectos frívolos, el oportunismo de parientes y allegados. Hay, además, una ternura soterrada hacia sus personajes, nunca reducidos a caricaturas, lo que equilibra la sátira con una dimensión humana. Vamos, que todos viven en una burbuja de privilegios, pero lejos de caer mal sólo da risa su poca conexión con el mundo real.

Sin alcanzar los extremos surrealistas del Buñuel más célebre, El gran Calavera es una pieza clave de su etapa mexicana: divertida, ácida y sorprendentemente vigente en su crítica al parasitismo social. Una comedia con filo que, al terminar, deja una sonrisa y una punzada de conciencia. Si les gustó la adaptación de Nosotros los nobles estoy seguro que este la pieza original les hará reír por una simple razón: tanto ayer como hoy la gente que vive en una burbuja de privilegios, nada más se les revienta se terminan volviendo un chiste andando.