Calificación favorito de Rehilete
Calificación favorito de Rehilete

Reseña por Memo Fromow

El Vampiro de la Colonia Roma (1979)
Luis Zapata
Grijalbo
Libro: Novela

Antes del LGBTQ+: El mundo no-tan-secreto de la homosexualidad en el viejo México.

Mamás escondan a sus hijos porque en la noche los gays salen a espantar.

Y si es que el libro de Luis Zapata es tan sincero como aparenta, entonces hay que decir que espantaban mucho más de lo que nuestra concepción del México macho y viejo permitiría suponer.

Esta es la historia de un jovencito que un día se fue de su casa y se fue a espantar por las calles de México. Así de sencillo. El libro está escrito como la transcripción de una narración hablada, un amigo que nos cuenta su vida sin tapujos. No hay puntos ni comas: en sustitución de ello y para simular mejor el ritmo de una conversación casual tenemos un ingenioso uso de los espacios en los renglones al que la mente parece saber adaptarse muy bien, además de que para los lectores impacientes, da la ilusión de avanzar rápido; los más exquisitos apreciarán el ingenio del mecanismo y la sensación de naturalidad que la fluidez del texto transmite.

Hoy día, en que la sexualidad es un asunto tan politizado, “El Vampiro de la Colonia Roma” se siente ligero y no sólo porque realmente es una lectura corta y rápida, sino porque los acontecimientos se suceden como agua. No hay hilo conductor ni una temática definida, mucho menos ningún tipo de denuncia o contenido social: son las aventuras sin ton ni son de un muchachito gay en los 60’s y 70’s, sin osos ni panchos, ni sesudas reflexiones sobre lo que significaba ser gay o dramáticas descripciones sobre las duras condiciones de los marginados.

Ahora bien, esto nos demuestra que hay muchas formas de militancia allende el panfleto y la denuncia: Luis Zapata fue una de las figuras públicas más relevantes para la escena gay del viejo México. Sin embargo, lo suyo no era lo lacrimógeno, ni le gustaba andar de “azotado” como dice el protagonista del libro. Para desmitificar el espantajo que era la figura del homosexual en la literatura previa sería suficiente mostrarlo como un ser de carne y hueso, con trabajos y preocupaciones más bien mundanas, como le sucede al protagonista del libro y a todos nosotros.

En comparación con tantos personajes de la novela urbana mexicana, a quienes la ciudad mastica hasta destruirlos, al vampiro titular le va relativamente bien: su tránsito de niño de cuadro de honor hasta gigoló profesional se zanja en relativa paz con un entorno más bien tolerante respecto a su condición de homosexual, misma que no le impide acceder a círculos de apoyo y hallar pronto protectores y oportunidades entre una comunidad gay muy amplia y presente en todos los estratos sociales; desde peladitos como él, hasta diplomáticos y empresarios.

En la línea de la tradición picaresca, con la que buena parte de la crítica sobre esta novela insiste en situarla, El Vampiro de la Colonia Roma es más una colección de aventuras coloridas sobre un mundo del que se hablaba muy poco hasta la publicación de este libro. Los baños de los Sanborns como puntos de reunión para encuentros casuales regidos por códigos que son secretos a voces; la farmacopea de las enfermedades venéreas, Acapulcazos y fiestas legendarias en la naciente Ciudad Satélite: el mundo gay parece una gran fiesta sin demasiados complejos antes de la devastación del SIDA en los 80’s.

Aunque detrás de las historias divertidas, entre los excesos, yace un trasfondo de soledad y de una desolación espiritual que asoma cada tanto en la narración del personaje principal que ya no parece poder tomarse nada en serio: ni al amor, ni a las personas, ni siquiera a sí mismo. Y aun cuando todo parece cambiar para mejor en la vida de nuestro protagonista; después de superar el alcoholismo que lo amenazaba, de madurar emocionalmente, de aprender a cuidar su salud y llenar su vida con los pequeños placeres que la hacen digna de ser vivida y convertirse en una persona integral, la novela cierra con una nota melancólica que nos recuerda la soledad a la que están finalmente condenados aquellos que a fin de cuentas tienen que vivir una charada. Con unas manos que, como decía Salvador Novo, no les pertenecen.