Una de las mejores agrupaciones mexicanas actuales se vuelve a reinventar, llegando a un sonido pesado y oscuro que abona a su historial discográfico.
Quisiera comenzar esta reseña con un corto repaso del historial discográfico de Vaya Futuro. Lo anterior para que el lector dimensione el rol de esta banda en el presente de la música alternativa mexicana, y también para poner en contexto la evolución que los ha llevado a su sonido actual.
La banda tijuanense hizo su aparición en formato grabado en Marzo de 2014. Curiosamente, el cuarteto de rock estaba por separarse cuando se les dio la oportunidad de grabar un disco, debido a que un conocido suyo, Fernando Fajardo, tenía que presentar un proyecto como forma de titulación para su carrera de ingeniero de audio. De ese proyecto académico nació Ideas a Medias, un disco que no resultó la decepción que su título podría sugerir. Al contrario, fue un lanzamiento de calidad considerable para los estándares de nuestra escena, con un sonido post-rock muy guitarrero cercano al shoegaze. El proceso de grabación también significó la incorporación a la banda de Luis Ros.
Motivados por lo logrado en aquella primera entrega, el grupo se volcó a la realización de su segundo larga-duración, que fue publicado en Julio de 2015. Cabe aclarar que para Perro Verde y Triste salieron de la alineación Julio Pillado y Aldair Cerezo, manteniéndose Ros, Luis Aguilar y Miguel Ahuague. El resultado fue un disco en el que crecieron muchísimo y para varios sigue siendo su mejor lanzamiento a la fecha. Presenta una mayor variación de géneros respecto a su antecesor, con pasajes medio folk y pop rock, logrando en general una estética sonora plenamente profesional.
Para Tips para Ir de Viaje (2017), su tercera placa, siguieron mayormente por el mismo camino, aunque recayendo todavía más en un sonido relativamente pop y bien pulido. La influencia de grupos como Flaming Lips es palpable y concuerdo con quienes apuntan a que la manera de cantar de Luis Aguilar en este disco en específico tiene mucho del estilo de Alejandro Castillo de Jumbo.
En el caso de El Peso del Mundo (2020), debo decir que en su momento me pareció un gran logro (aún me lo parece totalmente), pero a la luz del disco más reciente me voy preguntando si no se trató de una especie de etapa de transición. En aquel álbum de 2020 los oriundos de Tijuana encontraron un sonido mucho más orgánico, todavía dentro de la vena del post-rock pero quizás con tintes medio dark folk y ambient. Más que un sonido rock como el de sus inicios o el indie pop que manejaron después, en El Peso del Mundo apuntan a algo mucho más orquestado, con apoyo de cuerdas y coros, en canciones que dan giros sutiles y que transitan tersamente entre ellas. En general lo considero su lanzamiento más elegante.
En estas épocas y con el estado actual de la industria del disco, que una agrupación mexicana lance cuatro proyectos en largo y cada uno de ellos tenga su personalidad y su estándar muy convincente de calidad ya es una rareza. No puedo pensar en otras bandas de su medio que hayan logrado eso entre la década pasada y esta. Probablemente no las hay.
Es en ese contexto que llega a nosotros Fuego Guíame, la quinta entrega de los tijuanenses. Digo que veo en El Peso del Mundo una transición hacia este disco por varias razones. La más importante, que en temas como ‘Talión’ ya habían dado muestras del camino que los llevaría a este álbum; un sonido mucho más pesado, medio noise, y hasta con cosillas de metal.
Otra razón más es, por ejemplo, la portada. Después del gran colorido de sus tres primeras, El Peso del Mundo rompió la tendencia con su elegante minimalismo monocromático. Ese minimalismo es todavía más marcado en la nueva portada, pero ahora en vez de elegancia vemos una imagen chocante y tosca que empata con la estética de la música. Hay quien piensa que el análisis de los discos a través de sus portadas es superficial, pero para mí el caso de Vaya Futuro es muestra de que las buenas bandas suelen reflejar, consciente o inconscientemente, algo muy real a través de su elección.
Desde el primer tema, ‘Posesión’, la banda deja claro que estamos ante una música más agresiva y “oscura” de la que antes nos habían regalado. Esa tendencia llega a su máxima expresión en ‘Otredad’, la antepenúltima canción, en la que sí de plano ya nos paramos de lleno en los terrenos del metal y del hardcore, así sea por unos momentos.
Igual, no quiero dar la impresión de que todo en el nuevo lanzamiento es hostilidad sonora. En muchos pasajes el álbum retiene esos sentidos de sutileza, elegancia y flujo que tanto nos cautivaron a quienes fuimos aficionados a El Peso del Mundo.
Con todo, es probable que Fuego, Guíame termine por ser un lanzamiento más de nicho que las pasadas entregas de la banda. Quién sabe, ojalá me equivoque y encuentren un público ávido de este estilo de música tipo post-metal que en nuestra escena nacional no suele hacerse con la frecuencia o la calidad deseables. Lo cierto es que yo encuentro muy admirable que hayan ido siguiendo de forma orgánica el destino de sus intereses y hayan logrado reinventarse una vez más, sin al momento haber dado tropiezo alguno en su discografía.