




Reseña por Lalo Enríquez
Hasta La Raíz (2015)
Natalia Lafourcade
Sony Music México
Disco: Pop / Folclórica
Natalia nos muestra el emocionante nuevo destino que encontró; simultáneamente, la búsqueda en la que confrontó su pasado y su futuro como autora.
Cuando en 2012 apareció el cuarto lanzamiento en largo de Natalia Lafourcade, Mujer Divina: Homenaje a Agustín Lara, fue imposible ignorar el rompimiento que significaba respecto a su anterior discografía. Quien 10 años antes se diera a conocer en todos los rincones de México y buena parte de Latinoamérica con el cosmopolita y juvenil pop de ‘En el 2000’, viraba después de su primera década de trayectoria hacía un perfil bastante distinto, no libre de riesgos creativos y comerciales: el de la ‘mexicanidad’.
Sí, esa mexicanidad de huipiles, chales, vihuelas y bellos campos de maíz. Bien minados esos campos de lugares comunes, por cierto. El paso en falso es indeleble y el buen criterio indispensable.
Pero vayamos más atrás y se dirá (sin equivocación) que HU HU HU (2009) ya había representado una gran transformación en el sonido de la cantante. Tristemente, resultó no ser más que un disco de transición; pero es claro que tiene muchos elementos de lo que en crítica nos encanta llamar ‘madurez’. Es un disco con una fuerte construcción ambiental, que navega entre el pop barroco, el folk, muy dosmilero en su onda indie-experimental, con referencias obligadas a lo que estaban trabajando Animal Collective, Sufjan Stevens, Juana Molina y similares. Obviamente diluidas en un producto más digerido y listo para el consumo masivo latino.
Temas como ‘Cursis Melodías’ y ‘Ella es Bonita’ de HU HU HU apuntaban justamente a una evolución dentro del pop antes que a un cambio de dirección como tal. No obstante, cuatro años después, con el lanzamiento del disco de versiones de Lara, sí podríamos hablar ya realmente de una bifurcación en el camino artístico trazado por Lafourcade. Este es el que ha seguido caminando hasta el día presente.
El proceso de colaborar para un proyecto liderado por Alondra de La Parra y con motivo del Bicentenario de la Independencia (Travieso Carmesí, 2011), parece haber sido una coyuntura crucial para que la chilanga-veracruzana se acercara y comenzara a asumir como propio el repertorio tradicional de la canción mexicana. Agustín Lara no es precisamente uno de los tesoros más ocultos de nuestra tradición y es también un auto-declarado jarocho, por lo que hacer un disco de versiones era una primera piedra relativamente natural para transitar ese camino hacia lo propio. No sin dejar de invitar por ahí a Adrián Dargelos, Meme, Vicentico, Miguel Bosé, León Larregui, Devendra Banhart, Jorge Drexler. En fin, porque se podía.
El siguiente paso casi predestinado de ese sendero era por simple lógica el integrar el redescubrimiento personal de la tradición a su propia visión creativa. Antes que nada, hay que mencionar los cuatro años que pasaron entre Travesía Carmesí y este lanzamiento; tres respecto a Mujer Divina. Durante ese periodo Natalia estuvo buscando la amalgama que le permitiera refrescar la tradición desde su particular estilo musical e incluso menciona que llegó a tener hasta 30 o más canciones que batallaron por un lugar en su lanzamiento de 2015.
En cierto sentido, la contundencia y éxito abrumador de la canción que da título a Hasta La Raíz puede hacernos olvidar el hecho de que la mayor parte del disco refleja una búsqueda, más que un nuevo destino ¿Es también este un disco de transición? Es curioso y quizás un poco tramposo que ‘Hasta La Raíz’ sea la canción que nos recibe. El disco es como un artículo científico que comienza anunciando un gran hallazgo, seguido por una explicación fragmentada y dispersa de cómo su autor llegó a él.
Sin duda hay acá todavía bastante de HU HU HU, en su lenguaje armónico y melódico pop de influencia anglosajona, e incluso en términos de producción; le baja a la complejidad, pero retiene mucho del mood y la atmósfera. En ese sentido, creo que todavía Hasta La Raíz es un disco en el que Lafourcade mantiene una esencia propia, así sea con una nueva y atractiva carcasa.
Respecto a esa nueva superficie, se ha hablado mucho de la influencia del folclor mexicano (y algo de eso hay), pero yo diría que es más lo que en este disco proviene de la nueva canción latinoamericana o de la canción melódica: mucho Violeta Parra, Silvio, Caetano Veloso, Perales. A eso se suma un sonido netamente contemporáneo de pop de autor, no del todo distinto a Jesse & Joy y similares. A nivel emocional y lírico, difícilmente Natalia retoma algo de la ranchera, el huapango o el son. Esta especie de folclorismo mexicano descafeinado y mistificado ha sido muy característico del trabajo de Natalia; por ejemplo, en su disco más reciente (De Todas las Flores, 2022).
No debe de dejar de mencionarse la importancia que tuvieron en este álbum Cachorro López y Leonel García (Sin Bandera), al grado de que en la página web de Natalia son nombrados junto con ella como responsables de la dirección y realización. Se refiere con frecuencia que Leonel tuvo un rol crucial en la creación de ‘Hasta la Raíz’ tanto desde el aspecto lírico como desde el musical. En ese y el resto de los temas del disco el amor y su complejidad, encuentros y desencuentros, parecen ser el hilo conductor. Se maneja con cierta recurrencia una ambigüedad ingeniosa entre el amor por la tierra de origen y el amor romántico.
Si la totalidad de los temas del disco gozara de la visión y el estándar de calidad de su canción estelar, Hasta la Raíz sería un verdadero clásico y su impacto cultural hubiera sido todavía más abrumador. Es un lanzamiento largo, con pasajes de búsqueda que no aportan al disco si queremos entenderlo como ‘obra maestra’. Y si bien esa es la razón por la que termina por quedar corto de esa categoría, nadie negará que marcó un hito importante en la música mexicana del siglo XXI y en la carrera de una de sus más talentosas representantes.