Calificación favorito de Rehilete
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Reseña por Augusto Montero

La Ley de Herodes (1999)
Luis Estrada
Bandidos Films
Película: Comedia política

A ti te tocó la Ley de Herodes...

…O te chingas o te jodes. Así dice un dicho guanajuatense para hacer referencia a una situación tan mala que no te queda de otra más que entrarle al lodazal. Esto aplica perfectamente para la trama de la película cuyo nombre es el del dicho: la política mexicana. Y no me refiero a la actual, sino al que es, posiblemente, el momento de mayor corrupción del siglo XX en el México postrevolucionario.

La primicia de la película es bastante atrevida al desenmascarar, mediante la sátira y el humor negro, cómo se manejaban los puestos políticos en aquel México gobernado completamente por el partido único. Ambientada en 1949, en la ficticia localidad de San Pedro de los Saguaros, los habitantes indígenas decapitan al presidente municipal que intentaba huir con el dinero del pueblo. Este acto desencadena un escándalo político que perjudica al gobernador Sánchez, quien aspira a la presidencia. Para mitigar el daño, encarga a su corrupto secretario de gobierno, López, encontrar un sucesor para el alcalde linchado. López elige a Juan Vargas, un miembro mediocre del PRI, como alcalde interino.

Al llegar, Vargas enfrenta múltiples obstáculos, incluyendo la falta de recursos y el idioma indígena. A medida que se adapta, se corrompe, aceptando sobornos y extorsionando a los aldeanos; su ambición lo lleva a eliminar a sus opositores, pero finalmente es traicionado por su esposa y confrontado por los habitantes del pueblo… sin embargo, como toda comedia negra, los malos nunca pierden del todo y la justicia -divina como el poder del señor presidente en turno- a veces funciona de manera muy extraña.

Siempre he sido de la idea de que la mejor forma de criticar al poder es mediante la comedia; de visualizar sus defectos y falencias por medio de la risa. Porque al final del día, quizá no podamos cambiar mucho o nada de nuestra situación política -creo genuinamente que la violencia no es siempre la mejor forma- pero mínimo podemos humillar y avergonzar, por no decir incomodar, a quienes ostentan el poder y abusan del mismo. Luis Estrada, a mis ojos, es el mejor para hacerlo.

Lo interesante para mí de esta película no es solamente su espléndido humor o su crítica mordaz hacia la forma tan turbia en la cual se manejaba - ¿o maneja? - sino al hecho de haberla creado en una época donde todavía el PRI se imponía como la hegemonía “democrática” del país. El arte puede servir para combatir el mal uso del poder, y al haberla estrenado en época en la que aún gobernaba el Partido le da un valor extra. Atreverse a hacer mofa de las corruptelas e incompetencias de los servidores públicos a sabiendas de una posible acción punitiva le da para mí varios puntos extras.

El baluarte de esta cinta recae en que atrapa la esencia de lo que es el sentido del humor (y de vivir, probablemente) del mexicano, ya que nosotros nos reímos constantemente de la desgracia -también de la muerte, dicho sea de paso- sufrida en nuestro día a día. Ni la corrupción, ni incluso los asesinatos e injusticias que propaga la política de nuestro amado país se escapan del ingenio mexicano.