




Reseña por Lalo Enríquez
La Llorona (1997)
Lhasa
Audiogram
Disco: Folk Contemporáneo
Un improbable triunfo de la globalización, con México en su centro.
Pocos en nuestro país saben que existe este disco, lanzado en Canadá y en Europa a finales de los 90’s, admirado ampliamente desde aquellos años, y que lleva por título el de una de las más emblemáticas leyendas dentro de la cultura y la música mexicana: la famosa Llorona.
Su creadora, Lhasa de Sela, nació en el estado de Nueva York en el año ’72, hija del mexicano Alejandro Sela y de la fotógrafa y actriz americana Alexandra Karam. Ambos hablaban español, pero ella no lo aprendió hasta que a sus dos años su familia se fue a vivir a Guadalajara por un periodo de cuatro años; después regresó dos años a Nueva York, otros cuatro vivió en Baja California, para luego volver a EEUU, donde pasaría su adolescencia en San Francisco.
Este disco lo grabó entre mayo y julio de 1996, viviendo ya en la ciudad de Montreal, Canadá. Había llegado a dicho lugar cuando en 1991 visitó a sus hermanas, que estudiaban en la Escuela Nacional de Circo (las tres serían acróbatas en Europa). Rápidamente se enamoró de esa ciudad y de su círculo artístico, además de que conocería a Yves Desrosiers, a quién le enseñaría algunos de sus preciados discos mexicanos para convencerlo de que fuera su colaborador. Desrosiers fue el productor y coescritor de la mayoría de las canciones en La Llorona.
El visor de la disquera que terminaría por editar este CD, Audiogram, los descubrió tocando en un bar para más o menos 6 personas, Lhasa en aquel tiempo iba rapada y con un look único. Esta impresión y la que luego se llevaron al conocerla más de cerca, llevó a aquella disquera a aventurarse a producir un disco de música principalmente folclórica en español, que sobra decir que era (y es) una rareza por decir lo menos.
Algunas de las canciones de disco son auténticamente folclóricas y de dominio popular, pero la mayoría son de la autoría de Lhasa y Desrosiers. Pero lo curioso es que, para un escucha canadiense o europeo, la posibilidad de diferenciar entre unas u otras sería simplemente imposible; a ese grado llegó la integración de la tradición musical mexicana al estilo de este par de creadores, pues a nivel lírico llegaron a capturar y entender sorprendentemente bien su esencia.
En la creación de las canciones, Lhasa tomó principalmente el rol de letrista, mientras que Desrosiers se encargó en su mayoría de la base musical de las canciones, así como de los arreglos. Aunque parece que fue un proceso tan compenetrado que la suma de la visión de ambos es la que realmente explica cada aspecto del producto final.
Es evidente que Desrosiers investigó y practicó ampliamente en el estilo del los guitarristas mexicanos y latinoamericanos, en particular en los géneros del bolero y la ranchera. Fuera de las letras y la interpretación en español, es justamente la guitarra la que más aporta al sentimiento mexicanista de las canciones. Si hablamos del resto de la música, el tema es muy distinto.
El aspecto rítmico estuvo a cargo de François Lalonde, un ingeniero de sonido que en buena parte trabajó este aspecto de la música a base de secuenciadores y percusiones acústicas que rompen con el folclorismo latino del disco y lo llevan incluso a terrenos tipo Portishead por momentos. Por otro lado, los arreglos de violín, acordeón, contrabajo, clarinete y sousáfono están muy lejos de lo que podríamos esperar de una ranchera, una norteña o similares; más bien, es clarísima la influencia del klezmer, un género musical tradicional de las comunidades judías de Europa del este. En la parte vocal, la referencia de Chavela Vargas es más que evidente, pero también es notable la influencia de la chanson francesa, pues no olvidemos que durante los 5 años antes de la grabación del disco Lhasa había habitado la escena musical francófona de Montreal donde el estilo de la chanson es ineludible e infeccioso.
Todo esto dio como resultado un disco único que si bien puso al centro la música tradicional mexicana a través de las letras, las melodías y la guitarra, está lejos de ser únicamente un producto de la nostalgia o del deseo de homenaje. Al final, La Llorona se dio en condiciones que no podían más que entregarnos una mezcla única y excéntrica de lo moderno y lo viejo, lo mexicano, lo francés y lo judío.
Lamentablemente, Lhasa de Sela murió en 2010 víctima del cáncer de mama, teniendo tan solo 37 años. La mejor forma de afrontar la inmensa tristeza de esa realidad es escuchando los tres discos de estudio que dejó en vida, así como el disco en vivo y el de grabaciones archivadas, que se editaron después de su muerte.