Portada del libro La Visible Oscuridad.
Portada del libro La Visible Oscuridad.
Calificación recomendado de Rehilete
Calificación recomendado de Rehilete

Reseña por Memo Fromow

La Visible Oscuridad (2025)
Norma Lazo
Lumen
Libro: Novela

No basta la oscuridad para cubrir lo que decidimos ser.

Una vez que me colé a una clase de literatura escuché de boca de una chica que, de haber sido una mujer quien escribiera Robinson Crusoe, el comportamiento de su protagonista habría sido radicalmente distinto respecto a la isla. En su momento desestimé el comentario como absurdo dada mi entonces inamovible convicción de que la vida se experimenta esencialmente igual para ambos sexos en cuanto se refiere a situaciones como la supervivencia. Tiempo después y reflexionando al respecto, la idea dejó de sonar tan descabellada, y no pude evitar volver a pensar en ello al leer el libro de Norma Lazo que hoy reseñamos.

Ya que lo pienso, hasta antes de leer esta novela, no había sabido de mujeres mexicanas en el género noir o policial, con la excepción de María Elvira Bermúdez: de misterio sí, de política e historia, también, pero no de policial. Eso era casi exclusivamente territorio masculino en México.

La Visible Oscuridad es una confirmación de como la perspectiva femenina es irremediablemente distinta cuando se adopta en un género distintivamente sórdido.

Es el año de 1942, el mundo está en guerra y hasta en México (que en el conflicto mundial no pinta gran cosa) los polis creen ver espías alemanes en todos lados… aunque no les importe realmente, ni hagan gran cosa al respecto. Lo que los obliga a actuar es el escandaloso y especialmente gráfico asesinato de Alicia Sierra, hija de un general. Y entonces sí, hay que ponerse a trabajar.

Ana es una agente enlistada en la Policía Secreta, una división de las fuerzas del orden que, pese a su romancesco nombre, es como la policía normal… pero secreta, aunque todo el mundo la conozca. Y lo mismo que la policía normal, está llena de grillas internas, incompetencia y, para lo que nos atañe en este libro, también de machismo. Ana y su compañera, Leticia Ordóñez son de las agentes más competentes de la corporación, y a pesar de eso son constantemente relegadas y ninguneadas por su jefe, el odioso general Taboada, siempre más alerta por competir con su homólogo y enemigo, el general Serdán, jefe de otra corporación, que en resolver los casos.

El trabajo de Ana en la Secreta es tan secreto que todos lo saben menos su familia y su prometido, que la creen una mujer sencilla y recatada, próxima a casarse. Qué poco conocen…

A la par tenemos a Manuel Artigas, un melancólico joven que ha pasado los últimos dos años recluido en su cuarto cual otaku de los 40's. Finalmente ha salido de su cuarto armado de un nuevo amor por la fotografía y por la vida, aunque el primer trabajo que consigue sea fotógrafo de muertos para la nota roja de un periódico, donde conoce a su colorido colega y mentor, Haghenbeck, (imposible no notar el homenaje a Francisco Haghenbeck de la vida real, también autor de novelas negras) que lo guía a través del bajo periodismo que, para variar, también está repleto de grillas y poco apto para tolerar la intromisión de un joven sensible como lo es Manuel Artigas.

Finalmente, tenemos a nuestros villanos, el desequilibrado Oliverio, un estudiante de química que apenas empezar la novela es aprehendido por la policía por el asesinato de Sierra, el cual es zanjado sorprendentemente temprano en la trama. Y para quien me diga que esto es un spoiler, esto pasa en las primeras 50 páginas del libro: no es el asesinato de Alicia de lo que trata este libro, sino de una conjura entre feminicidas y sus métodos; porque no olviden que dije villanos, en plural. Oliverio no es el único interesado en matar mujeres y exclusivamente mujeres, esto va más lejos que un solo hombre y su locura, pero decir más sería, ahora sí, un spoiler.

La Visible Oscuridad es un ingenioso cambio de perspectiva en el género policial mexicano, si bien no es la primera protagonista mujer que tenemos, si es, hasta donde sé, de las únicas en ser escritas por pluma de mujer, y se nota para bien. Como en otros ámbitos, la participación femenina en las corporaciones estatales es, para variar, bastante invisibilizada y vulnerable a abusos. A veces es fácil ovlidar que dentro de las autoridades encargadas de hacer cumplir la ley existe también la vulnerabilidad y el abuso. Ana, a pesar de su talante de todolopuedo y me-vale-todo-lo-que-otros-piensen propio del detective clásico que la acerca a un cliché (y peor, a despersonalizarla en un arquetipo y en una fantasía de empoderamiento) es un personaje profundo en quien se transparenta la vulnerabilidad y la soledad de su condición. Es alguien que da una cara valiente ante un mundo que sigue poniéndole los pelos de punta ¿Y a quién no?

Lo propio puede decirse de los demás co-protagonistas de esta historia: Manuel es más que un simple excéntrico y/o matado de manual: amplios pasajes del libro son dedicados a entender su complejo mundo interior y cómo una sociedad con los códigos del viejo México tampoco parece tener lugar para alguien que no quiere jugar según esas reglas, aunque para todo lo demás sea un hombre perfectamente funcional y convencional. Basta ser mínimamente diferente para que este viejo mundo te haga a un lado.

La trama es bastante sólida y está escrita en una prosa sorprendentemente fluida sin ser simple: es un verdadero logro de la redacción el poder fusionar la capacidad e inmersión con una sencillez que impide acusarla de pretenciosa en ningún momento: impresiona lo rápido que se va este libro; así de sabroso resulta el tiempo cuando te diviertes… aunque poco de divertido sea realmente el contenido de la novela.

Estamos ante una historia de detectives clásica, solo que a diferencia de muchos clásicos, no podemos decir que haya realmente un misterio que resolver en ningún momento. Las interrogantes que en el género típicamente constituyen la trama que se va lentamente desenvolviendo, aquí se resuelven muy rápidamente: apenas se nos plantea un misterio, cuando unas páginas después ya se nos da la respuesta. En ningún momento cabe duda de lo que está pasando ni sobre quiénes son los culpables de los asesinatos, así como tampoco son un secreto sus móviles. Si sus protagonistas son seres complejos, realmente no lo son sus antagonistas ni sus crímenes, que resultan transparentes como el agua y por momentos demasiado esquemáticos. Su condena es lapidaria sobre hombres de papel sin mayor profundidad que su propia locura, que tiene un origen estrictamente causal. Aunque para ser justos, entiendo que en la fascinación que ejerce la locura sobre el público, se corre el peligro de justificar el crimen, o de querer asignarle un significado que muchas veces no tiene. Pasa en las películas (y en los libros) y pasa en la vida: a veces, simplemente lo que ves es lo que hay. Precisamente esto último es un punto moral que viene discutido en la novela. Lo que aquí no se invirtió en la construcción de un misterio, fue puesto en la denuncia de la ancestral misoginia que campa en México y de sus consecuencias socioculturales, que van de la generación de estereotipos al feminicidio. Es clara la vocación vindicativa que tiene el libro, muchas veces superando su forma de novela negra.

No soy de los que creen en el arte por el arte; creo sin duda que es un vehículo para discutir cuestiones importantes, cosa que La Visible Oscuridad hace bastante bien. Sin embargo, creo que en muchas ocasiones, los términos del debate que quiere poner sobre la mesa son planteados de manera muy convencional: no plantea nada nuevo al respecto, sino que refuerza los términos ya conocidos de manera clara a través de una historia muy bien contada.

Aunque sostendría que los libros son precisamente el terreno adecuado para meterse en honduras filosóficas y morales, reconozco que a veces los autores y autoras tienen la cosa muy clara, y la creación es precisamente el lugar donde las personas exponemos nuestra verdad, por dura que esta sea.

Es justo y necesario.