




Reseña por Lalo Enríquez
Las Muertas (2025)
Luis Estrada
Netflix
Serie: Comedia / Drama
Si una película de Luis Estrada no es suficiente: ¡Una serie!
¡Sí señores, el gran Luis Estrada vuelve! Y en esta ocasión no es con otra de sus películas de estética antigüista mexicana, condimentada con su ya tradicional, pero mordaz crítica social y política. No, en este caso es eso mismito pero en una mini-serie de 6 capítulos, en la que el director mexicano adapta nada más y nada menos que a un viejo querido de Rehilete: el novelista, Jorge Ibargüengoitia, otro genio de la sátira mexicana.
A su vez, y como aprendemos al final de la serie con una presentación de viejos recortes y notas periódicas, el libro de Ibargüengoitia se basó en un hecho real que conmocionó a la sociedad de nuestro país e incluso marco un hito en la historia de la comunicación masiva en México. Si a usted le interesa dicho caso de la vida real, búsquelo como el caso de “Las Poquianchis”.
Y realmente, el potencial de este formato no se desperdicia. Por más que 6 capítulos sean relativamente pocos bajo los estándares de otras series nacionales e internacionales, sin duda este metraje por encima de las 6 horas de duración le permite al director ahondar en la complejidad de una historia con diversas aristas, personajes y perspectivas. En ese sentido, la narrativa se beneficia de que su presentación no sea estrictamente cronológica, sino que se enfoque justamente en diversos ángulos que aportan a la construcción emocional y humana de un todo.
La historia nos coloca en los años más sólidos del priismo hegemónico, la dictadura perfecta. Prácticamente toda la historia transcurre durante el sexenio del expresidente Adolfo López Mateos y, bajo nombres ficticios como Mezcala y Plan de Abajo, geográficamente nos remite a la zona entre las entidades de Jalisco y Guanajuato. Como es común en las películas de Estrada (y en este caso al parecer corresponde plenamente con la realidad) la corrupción tanto del cuerpo político como del alma humana está a todo lo que da.
Las hermanas Baladro se enriquecen y operan a sus anchas el lucrativo negocio de la prostitución, aunque en su caso desde el rol de proxenetas. No se nos dan demasiadas explicaciones de algunas cosas, pero no necesitan hacerlo para que entendamos que estames ante una sociedad donde la trata de personas y la cuasi-esclavitud son prácticamente realidades de lo más normalizadas. Un México que funciona como una versión distópica de los westerns gringos, en donde casualmente puedes encontrar personal del ejército para llevar a cabo ejecuciones pasionales, sobornar con sexo a todo el gobierno municipal para operar negocios ilícitos, entre demás fechorías del estilo. Todo, menos ganarle a la politiquería que trae la línea del Gran Partido.
Creo que uno de los aspectos más destacados es el de las actuaciones, ya que aunque estás caen intencionalmente en lo caricaturesco, terminamos por tener grandes interpretaciones. Tal es el caso de las tres hermanas Baladro (Paulina Gaitán, Aurelia Ramírez y Leticia Huijara), el capitán Bedoya (Joaquín Cosío), La Calavera (Mauricio Isaac), Simón Cavazos (Alfonso Herrera) entre otros. Aunque el talento es innegable, supongo que mucho tiene que ver en este gran nivel la dirección de Luis Estrada.
Sin gran deseo de arruinar la experiencia y la historia para quien no la haya visto, digamos que el negocio se les comienza a salir de las manos a las hermanas Baladro, en una espiral de decadencia y desesperación. Aunque el cinismo de la historia no lo reconozca el todo, de cierta forma sí es muestra de una sociedad que, al menos mojigatamente, pero intentaba reformarse moralmente y salir de los peores vicios de la miseria, en una época que vio un gran auge modernizador y desarrollista en lo económico.
Como sea, es un ejercicio muy bienvenido el de ver series de directores consolidados, para así que puedan llevar su visión cinematográfica y narrativa a la pantalla chica.