Portada del libro Lo Que Me dijo Pedro Infante.
Portada del libro Lo Que Me dijo Pedro Infante.
Calificación recomendado de Rehilete
Calificación recomendado de Rehilete

Reseña por Lalo Enríquez

Lo Que Me Dijo Pedro Infante (1977)
Carlos Franco Sodja
Editores Asociados
Libro: Biografía

Entre la polémica y el chisme sabroso, llegó un disputado recuento de la vida y la leyenda del gran ídolo popular del Siglo XX mexicano.

Que si Franco Sodja apenas y conoció a Pedro Infante; que si fue uno de sus mejores amigos, casi inseparables.

Que si Franco Sodja fue un loco oportunista; que si fue uno de los escritores más lúcidos sobre la personalidad del ídolo de Guamuchil.

Que si contó en su libro episodios que no empatan con el perfil del Pedro Infante que otros conocieron; que si escribió cosas que se han vuelto verdades a voces y chismes indispensables dentro de todo el mito que rodea al actor mexicano.

En fin. Lo cierto es que, bajo varias estimaciones, Lo Que Me Dijo Pedro Infante probablemente sea el libro biográfico más comprado y leído sobre el legendario actor y cantante sinaloense; aquel que se convirtió en verdadero héroe de las masas mexicanas a partir de finales de los años 30. Lanzado exactamente 20 años después de su muerte, esta obra ha sido una biografía sumamente polémica desde su primera aparición en 1977.

Más allá de aseveraciones y juicios de valor, podemos decir esto: existen al menos unas cuantas fotografías difundidas públicamente en las que se puede ver al periodista morelense Franco Sodja junto a Pedro Infante durante aquellos años. Realmente Sodja fue un escritor activo y publicado regularmente en medios nacionales durante las décadas de los 30’s, 40’s y 50’s, cubriendo temas de espectáculos entre otros de interés general.

Por otro lado, no se le deja de señalar que da una fecha de nacimiento equivocada, que mucho de lo que dice es por su misma naturaleza casi imposible de probar o desmentir, que no era tan cercano al ídolo como él pretende y que con sus relatos contraviene lo que algunas otras personas han dicho sobre Pedro.

Debe señalarse que, como en toda teoría conspirativa (o, en este caso, chisme sabroso), si lo que dice Sodja es cierto no debemos preguntarnos por qué aquellos que salen ensuciados estarían en todo el interés de desmentirlo y deslegitimarlo. Incluso aquellos que solo buscan que el nombre de Pedro Infante se mantenga lo más pulcro posible en el imaginario colectivo tienen cosas que temerle al impacto de esta pieza de literatura popular.

La premisa de toda esta biografía es que, más que un esfuerzo exhaustivo o académico, lo que Sodja simplemente buscaba era transmitir lo que vivió, vio y escuchó en sus días a lado del actor y cantante. Por ello explica que la tardanza de 20 años se debe a que considera que a esas alturas ya había pasado mayormente el furor y el morbo provocados por la muerte de Infante, por lo que era momento de plasmar ‘las verdades’ que los implicados en esas historias saben ciertas, lo admitan o no; o al menos eso es lo que dice el periodista.

Sin duda uno de los aspectos que más genera suspicacias es que, de acuerdo con Sodja, fue Pedro quien le propuso contarle sobre su vida para que él pudiera escribir y eventualmente publicar un libro biográfico oficial. Por supuesto que la muerte repentina del ídolo en un vuelo de avión durante el año ’57 habría truncado ese, junto a todos sus otros proyectos. Pero lo fortuito del asunto es la historia del periodista respecto a que en los años próximos, cegado por la tristeza de la muerte de su amigo y por el morbo desmedido provocado a raíz de ella (por ejemplo, las bizarras teorías sobre su supervivencia y las mentiras generalizadas que escuchó), tuvo un arrebato en el que decidió nunca abordar el tema, quemando sus apuntes y gran parte de la documentación de su íntima amistad con Infante.

Sí así lo creemos, Lo Que Me Dijo Pedro Infante sería el posterior producto de la memoria de Sodja, retratándonos a un hombre siempre humilde, juguetón y cabulero, con gran facilidad para todos los oficios, que se mezclaba naturalmente con utileros, cocineros y cuya forma de expresarse y vivir era dentro de la más pura vena del folclor mexicano. De hecho, el periodista menciona que justamente una de sus mayores intenciones es presentar a un Pedro plenamente humano y bajado del pedestal en el que muchos lo querían poner, para así explicar la conexión tan profunda que hubo entre él y las grandes masas del país.

En el proceso, no deja de abordar los temas eternamente taquilleros del mundo del espectáculo: amores, traiciones, infidelidades, rivalidades y conflictos familiares. Por ejemplo, aclarando el involucramiento de Pedro con cientos y cientos de mujeres, Sodja nos presenta el amor particular del actor por cuatro de ellas: Chavela, un primer amor de Guamuchil que presuntamente le habría roto el corazón como ningún otro; María Luisa León, quien lo sacó de Sinaloa y lo impulsó hacia la fama con su espíritu incansable; Lupita Torrentera, un romance apasionado con el que tuvo dos hijos; y finalmente Irma Dorantes, su último amor prohibido, con quien se casó ilegalmente, a escondidas y tuvo a su hija más joven antes de que sucediera su trágico deceso.

Quizás lo que más polémica generó fue su recuento de las rivalidades de Pedro Infante. Y es que en este apartado habla de la presunta envidia y rivalidad silente que le tenía su hermano, Ángel Infante, que también estaba haciendo su luchita para convertirse en galán del cine nacional. Con su versión Sodja de paso pone en cuestionamiento la amistad entre Pedro y Jorge Negrete, al decir que en realidad existía una rivalidad derivada de la personalidad alegre y dicharachera del sinaloense, en contraste a la supuesta actitud más egocéntrica y elitista del guanajuatense. Otros de los que salen implicados como rivales son Antonio Badú y Mauricio Garcés.

En un tono menos controversial, leemos sobre el amor de Pedro por la cocina de su madre Doña Cuquita, de quien prefería siempre la comida antes que la que se preparaba en los sets. También se nos cuenta que Infante era un excelente imitador, haciendo graciosas impresiones de Clavillazo, Miguel Aceves Mejía, Manolín, entre otros. Para el final, el libro refleja el impacto de la fama, al no poder salir el ídolo a las calles sin congregar multitudes, así como los proyectos e ilusiones que brillaban en el sinaloense antes de encontrar la muerte de forma más que inesperada.

Se sabe que todos los proyectos de esta naturaleza están envueltos en una gran niebla de desacreditaciones y polémicas. El escribir un texto que aborde las querellas personales y amorosas de una figura pública de tal trascendencia, sin antes negociar la autorización de la familia, es una receta infalible para ser atacado. Por supuesto, eso no significa que sepamos cuál de estos dos lados tiene la razón; qué cosas sí empatan con la realidad y cuáles no.

Lo que nadie puede negar es que, al ser un libro tan popular y circulado, ha contribuido para bien o para mal a la historia y la complejidad de uno de los mexicanos más destacados de todo el Siglo XX. Hay quien dice que hay que tomar esta obra como una novela de la vida de Pedro Infante antes que como una fuente documentada; y lo cierto es que sería una bella novelita sobre la fama, con un protagónico muy particular, bien digna de recomendar.