Portada de la película Los Hermanos del Hierro
Portada de la película Los Hermanos del Hierro
Calificación Esencial de Rehilete
Calificación Esencial de Rehilete

Reseña por Memo Fromow

Los Hermanos del Hierro (1961)
Ismael Rodríguez

Filmex
Película: Western / Drama

El que a Hierro mata, a Hierro muere.

Al diablo Don Ramón y sus dichos sobre la venganza: en una tierra sin ley, la única manera de saldar los agravios es con la pena del talión. Aquel que mata, será matado y quien lo haya matado, será a su vez asesinado por un deudo de quien mató y así sucesivamente.

Antes de los sistemas de justicia, la venganza era un componente tan importante de las sociedades humanas que en la historia del derecho se le llama la era de las venganzas. Pero no se puede vivir así, hombre: ya el derecho hebreo empezó a contemplar la posibilidad de pagar el llamado precio de sangre. De acuerdo, una vida no tiene precio, pero puedes intentar calcularlo de todos modos. ¿Para qué seguir matando en una espiral interminable? Todo tiene solución si le metes suficiente dinero. Pero no aquí, no en el México de antes, cuando los hombres eran hombres y las mujeres, mujeres y cualquier día te podían meter un tiro en la cabeza por una ofensa que alguna vez le hiciste a alguien sin querer y ya ni te acordabas. Así viven los del Hierro en esta tremenda película de Ismael Rodríguez.

Nuestra historia comienza, para variar, con una venganza. No sabemos quién es, ni que le han hecho, pero un bigotón con la cara de Emilio Fernández le dispara a un hombre que va con sus dos hijos. Así se inicia una historia de venganza; una más, una de tantas que han dado de beber al desierto la sangre de los hombres. Desde entonces la viuda de Reynaldo del Hierro educará a sus hijos en el rencor: ella es una mujer, pero la venganza es derecho hasta de los más pequeños. Reynaldo, el mayor, entiende con los años que él es más que los deseos de una madre rencorosa y se rehúsa a ser el instrumento de voluntades ajenas. Él es su propio hombre. Pero Martín del Hierro, su hermano menor, joven, ansioso y lleno de ira, está demasiado ansioso de probar lo hombre y lo buen hijo que es.

Esta breve sinopsis abarca solo el primer cuarto de la película: lo que parece ser una simple historia de revancha se complica muy pronto con romances, envidias, corrupción y crimen, metiendo a cada momento personajes nuevos, pero sin olvidar que esta película trata, ante todo, sobre dos hermanos contra el mundo que les tiende todas las trampas que tiene para corromperlos.

Es raro ver una película de este tipo malabarear tan equilibradamente sus personajes y sus subtramas: tantas otras obras similares colapsan por no saber cuándo es demasiado y terminan por dejar cabos sueltos (a veces demasiado sueltos) y darnos finales que de tan apresurados ni siquiera se sienten como tales: la película solo se acabó y ya ¿por qué? Pues porque sí, váyase a ver si ya puso la marrana.

Los Hermanos del Hierro, en cambio, se las arregla para dar justo el tiempo necesario de atención a sus personajes y a sus historias de modo que, sin ser apresurados, nos dicen todo lo que necesitamos saber sobre ellos. Al terminar, me sorprendí de cuantas aventuras cupieron en poco más de hora y media: todos recibieron su tiempo y su merecido. Como la gente del Norte, dijeron lo que tenían que decir y basta. No hace falta más.

Tuve la fortuna de poder ver esta película en una calidad excelente, de modo que aunque solo la podamos apreciar en pantallas chicas, la claridad de la imagen compensa por la falta de monumentalidad que ofrecería otra presentación. La escenografía es modesta, pero más que suficiente para el tipo de historia que nos está contando; como dice el texto con que abre la película “esta es una historia que sucede en las llanuras del norte de México”, donde el silencio y la soledad son siempre personajes por sí mismos que hacen hablar a los que viven en ellos. Y que llanuras, caramba, aún si no dispusiéramos de una versión tan bien conservada, los desiertos, los chaparrales, las barrancas, los pueblos, las ruinas y demás escenarios no podrían ser más expresivos y adecuados, tanto así que agregarles otra cosa sería restarles carácter. No es que falten recursos como extras o utilería, ya que no faltan escenas complejas, pero sabe cuándo conviene usarlos.

Además, esto es como una cajita feliz nostálgica para los que conocimos a las estrellas del cine mexicano por las habladas de nuestros padres y abuelos. Salen todos tus clásicos favoritos: Ignacio López Tarso, Emilio “El Indio” Fernández, Julio Alemán, Pedro Armendáriz, Antonio Aguilar y Patricia Conde, a quien, aunque no conocía de nada antes de ver esta película, ahora sé que tengo que ver más de ella.

Este es un western tremendamente clásico que no le pide nada a sus homólogos estadounidenses y aprovecha al máximo toda su mexicana ambientación. Tiene acción y romance con caras bonitas, pero no descuida la dimensión moral del dilema que nos plantea con toda la dureza del caso: se puede ser honrado de muchas formas, pero será siempre costoso e ingrato. ¿Hay, sin embargo, otra manera de vivir? Esta es una historia que se toma en serio y no nos da soluciones fáciles. La vida da o quita según le da la gana y no tiene por qué justificarse ante nosotros por los problemas en que nos metió y que seguramente no nos merecíamos. Nadie pidió esto, pero es lo que hay, y no vamos a ceder un ápice de nuestro honor. Al final, es lo único que nos queda, aunque nos cueste todo lo demás.

¿Valió la pena?