Portada de la película Los Últimos Cristeros.
Portada de la película Los Últimos Cristeros.
Calificación favorito de Rehilete
Calificación favorito de Rehilete

Reseña por Memo Fromow

Los Últimos Cristeros (2011)
Matías Meyer
IMCINE
Película: Guerra / Drama

La desolación de una guerra perdida dentro y fuera de las pantallas.

Si vagas por un rato en los rincones adecuados del internet, te encontrarás con la teoría conspirativa de que la Guerra Cristera es un episodio negado y sujeto a una especie de conjura del silencio por la cual “nadie” en México conoce esta guerra.

Como muchas teorías de la conspiración, no hay realmente elementos para demostrar su veracidad: personalmente, creo que se trata más de una percepción basada en el poco cuidado con que la historia oficial le da, cosa muy distinta a condenarla al olvido y anatema. Se entiende que el Estado haya puesto más bien poca atención a un movimiento tan claramente definido como contrario a sí mismo; pero como bien sabemos, la historia es mucho más allá de lo que hay en los libros de historia. Ya en los 70´s Jean Meyer había publicado su monumental obra La Cristiada, por no hablar del vastísimo aparato alterno de difusión que los católicos mexicanos mantenían al margen de las instituciones: libros y libros, folletos y folletos, canciones y canciones que a la fecha sobreviven en la memoria popular de muchas comunidades, particularmente de aquellas que participaron en la guerra, sobre todo en Jalisco, Michoacán o Guanajuato.

Dicen que la historia la escriben los vencedores, pero a menudo se olvida mencionar que es la memoria de los vencidos la que pervive y si te sales un poco de las líneas, las publicaciones y fuentes habituales, vas a dar con que hay muchas más memorias aparte de la oficial.

Los Últimos Cristeros no fue ningún éxito, ni siquiera hizo ruido más allá de los circuitos de cine, fuera de los festivales donde suelen moverse este tipo de películas; más aún, tuvo que hacer competencia el mismo año con la Hollywoodense Cristiada, mucho más producida, ruidosa e infinitamente mejor distribuida al punto que hasta afuera de las iglesias había pancartas promocionándola.

Pero aquí no. Los últimos Cristeros de Matías Meyer, hijo del ya citado Jean Meyer, es una producción modesta pero con mucho carácter y sinceridad, factores que terminan sobreponiéndose al hecho de que seguramente la acabarás viendo en una pantalla de computadora o en tu celular, que es donde hoy la puedes encontrar a menos que tengas una de las raras copias en DVD… o por alguna razón aún uses DVD’s ¡Actualízate abuelo!

¿A qué me refiero al subrayar la sinceridad de la película? Los Últimos Cristeros fue grabada in situ, en los Altos de Jalisco, donde la guerra tuvo lugar; la producción contrató para los papeles a gente local, sin preparación actoral pero cuyas familias estuvieron involucradas en la guerra y muy seguramente siguen aún en contacto con las múltiples asociaciones religiosas en el área. Las escenas que vas a encontrar aquí no pretenden ser una épica guerrera en la que los grandes héroes soportan atroces martirios por su fe. Aquí vemos el extenuante tedio de la guerra con todo el aburrido y agotador trabajo que conlleva ser soldado y mantenerte vivo sin paga ni estado que te sostengan: todo lo que pasa tras bambalinas cuando los Verástegui y Eva Longoria de Cristiada están ocupados matando genéricos federales de a montones o siendo mártires de la más negra y teatral injusticia en la pantalla grande.

Los venerables ancianos equipados con jergas y fusiles viejos que vemos en la cinta de Meyer responden bastante mejor al tipo de campesino macilento y demacrado que constituyó el grueso de los cristeros y que encontraríamos en los campos de Jalisco después de 10 años de guerra civil, antes de entrar en una nueva guerra civil para padecer privaciones y violencia…otra vez.

Nos disponemos a seguir a un pequeño comando de cristeros que andan a salto de mata en el puro monte: no sabemos muy bien qué quieren o a dónde se dirigen, más allá de eludir al ejército, al que nunca vemos fuera de algunas balas perdidas y movimientos vagos que se pierden en los matorrales y que ponen a los cristeros en guardia a cada recodo del camino.

No es tanto la guerra como la persecución la que los tiene aquí remendando su ropa, checando sus cartuchos, durmiendo a campo raso y todo, generalmente, en el silencio que la condición de proscrito impone; sólo la quietud del monte, las cigarras y los cristeros.

La película está armada de varias secuencias más bien cortas y vagamente conectadas entre sí: un momento estamos viendo la intimidad del silencio de los alzados en torno a la hoguera, en otro preparan sus arreos con amoroso cuidado y sólo una vez los vemos disparar contra alguien que al final, ni siquiera estaba allí.

Es tentador catalogarlo como una especie de película experimental, de esas en que no sabes ni qué demonios pasó; pero la verdad es que no creo que ese haya sido el propósito de Meyer. Como dije antes, es una película demasiado sincera como para querer meterse en semejantes honduras: esto es simplemente la sencillez de la vida campesina cuando es turbada por la guerra; esta gente no tiene mayores pretensiones que seguir vivos para cuando haga falta pelear. ¿Qué hace el viento cuando no sopla?

El propio Meyer en entrevistas declaró no tener ni siquiera propósitos educativos. Aquí no aprenderemos gran cosa del trasfondo político de la Guerra Cristera: solo al final se nos dirá un poco, solo un poquito más del porqué de las cosas y no es nada bueno, nada que parezca justificar las angustias que han pasado los protagonistas. Los mismos jerarcas de la iglesia llegaron a un acuerdo con el gobierno mediado por los Estados Unidos; las unidades guerrilleras fueron desmovilizadas o destruídas y el callismo gobernó varios años más, eso no es ningún spoiler si sabes un mínimo de historia de México. La película se ahorra la sangre y la desfachatez de este episodio, pero no el sentimiento de amargura propio de una derrota pactada e innoble que trasluce aún a través de escenas que dejan de ser tan crípticas a la luz de la historia.

Se la volvieron a hacer a los campesinos alzados, sean villistas, sean cristeros, sean agraristas, sean lo que quieras: hicieron sacrificios titánicos en vidas y recursos y no recibieron nada a cambio, pero así pasa siempre.