




Reseña por Memo Fromow
Lupe Lobo (2024)
Rafael Radillo
Pura Pinche Fortaleza Comics
Libro: Novela Gráfica
Donde viven y sueñan los monstruos.
Algunos no quieren más de lo que se les da: no quieren unirse a la División del Norte y convertirse en leyendas vivas, de esas a las que les componen corridos y cuyas hazañas se contarán durante décadas por venir; a quienes lo viejos miran como aquellos que los hicieron sentir jóvenes, y a los nuevos los hacen soñar con un día poder ser como ellos. Nah, algunos no quieren nada de eso, no quieren que la historia triture sus huesos y haga de ellos material de sueños. A veces, todo lo que el corazón desea es irse a casa con los que uno quiere y comer pastel. En esas está, para gracia o desgracia, Guadalupe, el original Diablo de Tres Cruces.
Esta obra de Rafael Radillo es un ejemplo de constancia y amor al arte por cuanto requirió un largo tiempo de gestación en busca de un público y un editor; su éxito es un importante ejemplo de cómo cada vez se abren espacios en México para contar la Historia y las historias de este país como no nos habían sido contadas nunca antes. Y si las historias, novelas, canciones, películas y libros de la Revolución Mexicana habían sido hasta ahora contadas centrándose ante todo en su dimensión bélica, heroica y trágica, creo que Lupe Lobo debe ser la primera obra de su tipo que decide dejar las armas y tratar de sonreír en medio de los sepulcros de los héroes y la larga noche de la traición.
A Lupe se lo dieron hecho, nació siendo la maldición de una pareja que jamás pensó engendrar un demonio: como en las viejas leyendas en las que la transgresión moral se paga con la corrupción de la estirpe familiar, Lupe es un lobo, un literal lobo nacido de mujer humana. ¿Por qué? Porque son cómics mijo, no esté chingando y, más importante, porque es un eco de los procedimientos narrativos de la leyenda. Nacer en un tiempo de tumultos y maravillas es como volver a aquella edad primigenia en que todo era posible, antes de que comenzara la historia; cuando ésta se vuelve del revés, cuando todo lo que parecía dado y fijo en piedra por la ley divina y humana se derrumba en un cataclismo que contraviene la lógica, todo vuelve a ser posible y en éste nuevo Primer Día que fue la Revolución es que nació Lupe.
Estrellas fugaces, funestos presagios, criaturas maravillosas son todas en la historia de México mensajeros de sangre y tribulaciones: para su familia, Lupe fue una desgracia y para la historia, fue el heraldo de la gran transformación que se venía o al menos el principio de esta fábula encaja tan bien con la tradición histórico-literaria de México que no puedo creer que sea una coincidencia. Un hombre lobo que alcanza el cenit de su juventud y su fuerza al mismo tiempo en que el país donde vive se retuerce para volver a nacer, no deja de ser un encanto casi poético, pero me desvío. La Historia, la naturaleza y la vida de Lupe parecen conjugarse para dar a luz una leyenda en toda regla, pero el curso de las cosas se tuerce de nuevo y se produce una anomalía dentro de otra: en un tiempo en que la Historia pide sangre para seguir su curso, Lupe es manso e ingenuo como los ángeles, un alma sensible como capullo de rosa y herida por el desprecio de los suyos.
Es un prodigio de fuerza y terror que se contenta con que no lo maltraten demasiado y pasar las tardes con su único amigo, otro paria como él por tener los ojos rasgados, encantador guiño a la sinofobia que imperaba en el México de entonces.
El mundo ruge muerte mientras Lupe pide un helado que le dan de mala gana y se contenta con algunas caricias sueltas que su cruel destino se digna darle de vez en cuando, tristes migajas del amor que su perra vida le negó, pero son muchas, a lo mejor y con eso se llena, total que no pide ni necesita mucho. Pero es ley que al que menos tiene, más le toca dar y la guerra no va a tardar en tocar la puerta de su vida. ¿Basta un corazón noble para no dejarse engullir en la vorágine de violencia que seduce a una generación ansiosa de venganza contra un mundo ingrato? Eso lo veremos.
Otra cosa que veremos son los trazos deliciosamente caricaturescos con que Radillo nos endulza la vista: la historia está contada con una narrativa quebrada estilo Pedro Páramo o la Ciudad y los Perros; empezamos in media res y debemos ir deduciendo los acontecimientos de la vida de Lupe de manera más orgánica que lineal. A cada etapa de la historia corresponde un estilo gráfico diferente; aunque debo confesar que no creo haber captado claramente una relación entre la narrativa y los cambios de estilo que son, sin embargo, un muy bienvenido taco de ojo: de la acuarela al estilo cartoon, pasando por un curioso minimalismo a dos tintas. Si tuviera que dar una hipótesis, diría que los episodios más sórdidos e intensos de la narración se corresponden con los tramos en que el dibujo empieza a depender cada vez menos de las líneas y se difuminan en dibujos en óleo o tinta (o al menos algo que se les aparece bastante, corríjanme los lectores si me equivoco), quizás para intentar reflejar la falta de control y lo confuso de los acontecimientos en la perspectiva de los personajes: las cosas son cada vez más un manchón sin mucha forma en sus memorias, como tantas veces sucede con lo inesperado que se desdibuja en la intensidad del momento… pero sospecho que soy yo sobre analizando las cosas y no quisiera meterme mucho en honduras respecto a esto, hablemos de algo más divertido.
Amante como soy de la animación de estilo estadounidense y sus sentimentales narrativas, disfruté más los pasajes en que la línea es firme y granulada para dar lugar a secuencias tipo cartoon, apropiadamente correspondientes a la infancia de nuestro personaje. Aunque me hubiera gustado ver la mano de radillo luciéndose más en detalles como las carrilleras, los diseños de la fusilería y los uniformes de principios de siglo. No tengo realmente queja del apartado gráfico: sin complicarse demasiado en preciosismos (aunque eso me hubiera encantado) cumple con entregarnos fondos complejos y trabajados con elementos sencillos. De nuevo se cumple con elegancia el clásico más es menos.
Nada quedaba en México para un hombre de corazón en el tiempo de los héroes y los traidores, pero eso no basta para desterrarlos: en un tiempo en que todo podía pasar y cualquiera podía elegir quién quería ser, Lupe decidió ser dulce y estuvo dispuesto a pagar el precio de llevarle la contraria a la Historia; allá ella, vieja cruel y arrugada que reserva como magro premio por nuestra sangre un lugar en sus páginas.
Cada quien su santo: hay algunos felices que solo necesitan amor.