Portada del libro Mala Espina.
Portada del libro Mala Espina.
Calificación recomendado de Rehilete
Calificación recomendado de Rehilete

Reseña por Memo Fromow

Mala Espina (2025)
Xavier Velasco
Alfaguara
Libro: Novela

De Policías y santones: un thriller clásico sazonado de mil ingredientes.

El género Noire no es lo mío, nunca lo ha sido. Me gustan mis libros como me gusta mi comida: llena de nutrientes (o conocimientos) que podré utilizar después. No es que me disguste la ficción, en absoluto ¡Me encanta la ficción! Pero la novela negra y el género policial me parece algo parcos en lo que puedo aprender de ellos, al menos en cuanto a lo que me interesa. Para mí, centrarse en los intríngulis de un solo incidente (o maraña de incidentes), véase un robo, un homicidio, una conspiración, suele hacerme perder la paciencia; pero el honor de lector me hace admitir que al igual que cualquier otro género, el policial puede tener y a menudo tiene importantes enseñanzas filosófico-morales dignas de cualquier tratado sesudo y de mucho nombre. Así pues, cerré la boca y leí Mala Espina de Xavier Velasco, quien, a pesar de tener ya un nutrido kilometraje como autor, se estrena apenas con este libro en la novela negra.


7:56 de la mañana, toca entrar a la escuela y al trabajo, salvo que te llames Iván Mauricio Dupont, en cuyo caso te toca desparramar los sesos contra el pavimento desde siete pisos de altura: y apenas es Martes.

A continuación se nos presenta a quien será de las protagonistas de esta historia: Dunia Montoro, agente de inteligencia, amargada profesional y ex del occiso, de quien apenas horas antes recibió un mensaje de ayuda pidiéndole dinero; mensaje que llegaba después de un larguísimo silencio y una ruptura devastadora. Por una serie de pequeñas, pequeñísimas decisiones tomadas por el puro coraje, el último hilo de mensajes que se envió con el muerto horas antes de... pues, morirse, la va a meter de lleno en un complejo entramado de relaciones donde van a cruzarse chamanes, personajes pertenecientes a la órbita del más trasnochado New Age, especuladores inmobiliarios, secretarias-agentes secretas, políticos de altos vuelos y un enjambre más de personajes variopintos que el autor sabe enlazar con ingenio para enredar una engorrosa madeja al más puro estilo del género policiaco. Una novela de misterio en toda regla que nos presenta un nudo gordiano bien apretado para que te complazcas en ver cómo se desamarra. Tenemos una olla podrida de ambientes y personajes clásicos como el policía corrupto y el poderoso cuasi-omnipotente a lo priísta setentero hasta elementos más nuevos y reconocibles como los locos del yoga, el mirrey que habla como pocho con la papa incrustada en la garganta o el Godínez contemporáneo, tan similar y tan distinto de su contraparte baby boomer. Para que no olvidemos que esta novela fue escrita en nuestra época.

Velasco conoce su oficio y a pesar de ser su primer asomo en la novela negra se nota su experiencia en la claridad y precisión de su prosa: ingeniosa y prolija para dejarnos ver solo lo que le conviene que veamos mientras la escenografía queda descrita con la limpidez que pareciera ser exclusiva de las imágenes. Pero me parece que donde más descuella este libro es en la agilidad con que sabe conducir el diálogo de los personajes. No sé si Xavier Velasco haya escrito guiones, pero si no es así, debería incursionar pronto por ahí: los diálogos corren fluidos e ingeniosos, plenos de giros lingüísticos clásicos pero pertinentes para una novela ambientada en el 2016; cada personaje tiene su tono propio y bien distintivo.

El mejor ejemplo es el de las escenas donde aparece el inspector Rigoberto Rovira, policía maloso al más puro estilo de los bodrios policiales ochenteros y noventeros a quien no pude imaginarme sino como el eterno Jesús Ochoa: panzón, bigotón y rancio hasta los tuétanos, cuyo discurso está salpicado de groserías, refranes de vieja escuela y un refinado cinismo que no pareciera pertenecer en boca de un gorilón sacado directamente de otra época. Si puede parecer acartonado, no es predecible: de a como el sapo es la pedrada y a cada infeliz que le toca caer en sus redes le toca una cátedra de la vida impartida con brutal sabiduría del México bronco. Es poco creíble y dudo que por muy informado que esté el autor, realmente tenga experiencia real en el manejo policial, pero hay que recordar que estamos frente un arquetipo, un personaje que saca su credibilidad precisamente por apegarse al estereotipo más clichesco del policía corrupto.

Esto por solo mencionar UN personaje: tenemos a los juniors odiosos, al licenciado coyotote, al brutal político que no sabe hablar más que para mandar, a la señora de las lomas, a las almas sensibles, al gurú embebido de su papel para mejor pescar en el concurrido mercado de las almas y otros tantos más. Asombra la variedad de tonos que Velasco sabe asumir y modular a su gusto. En conjunto con su capacidad para ambientar mediante la descripción, la prosa es de una calidad puramente profesional.

El misterio también está muy bien urdido, y novela como es, sirve de excusa para el chisme en torno a las fichitas que son todos los personajes que viven en estas páginas. La historia se las arregla para unir coherentemente una multitud de elementos que más de una vez pensé que serían olvidados entre tantísimas páginas, pero sorprendentemente todo logra unirse al final, si bien los móviles terminan por ser bastante menos sorprendentes de lo que parecen ser en el clímax de la historia.

Si algo tengo que reprocharle es que, pese a tantos años desde aquellas películas de narcos, policías y ladrones, la imagen del México negro sigue siendo más o menos la misma: un universito poblado por la misma policía brutal cuya imagen emanó más bien de los tiempos de la guerra sucia y la DFS, sin freno cual burros sin mecate. Aunque como dije, la potencia del setting se basa sobre todo en el imaginario de ese México de antaño: no puedo pedirle a un libro como este que sacrifique una de sus grandes virtudes como es la ambientación a cambio de intentar convertirse en una especie de semi-documental sobre la burocracia policiaca que al final no enfocaría donde debe. Sin embargo, sería interesante en algún momento ver si alguien puede llegar a darnos una imagen más clara y menos estereotipada de la policía como ese cúmulo de intereses encontrados y burocracia que ya no puede conducirse como cuando la guerrilla era su principal preocupación; ver, pues, las consecuencias políticas del cambio de régimen en la policía como lo han documentado estudiosos como Claudio Lomnitz, Daniel Sabet, María Eugenia Suárez de Garay, Nelson Arteaga Botellos o Adrián López Rivera. Sé que conciliar el interés sociológico con la literatura requiere gran trabajo, pero creo que lo vale para producir lo que sería un hito en la literatura mexicana, y también, aunque menos importante, una novela que yo leería con mucho interés.

Mala Espina es una novela cumplidora: magistralmente tejida pero muy vista y que no supone un giro o una innovación en la literatura policial: como mencioné, recuerda más a la imagen de un México corrupto y oscuro que, si bien es verdadera, no es tampoco certera. Y eso no está mal. Pero hay que recordar que es terreno peligroso confundir la ficción con la realidad.

Hace poco supe que Mario Puzo ha tenido problemas desde hace años para hacer creer al público que él realmente no sabe gran cosa del mundo de la mafia: inventó prácticamente todas sus novelas basado en rumores, habladurías y literatura preexistente sobre el crimen no mucho mejor informada que él mismo. Pero eso bastó para crear algo que lo trascendería a él y a la misma realidad, tan inasible y compleja.

Por mientras, aunque la novela me resultó pesada por momentos, debo admitir que mis quejas fuera de lo anterior radican más bien en mi carácter de pez fuera del agua: como dije al principio, lo policial no es lo mío, pero para cualquiera que de veras disfrute una buena conspiración con romance, intriga y bastantito humor chilango bien ennegrecido, estoy seguro que lo disfrutará con creces.