




Reseña por Augusto Montero
Pedro Páramo (2024)
Rodrigo Prieto
Netflix
Película: Drama
La eterna piedra en el desierto.
¿Quién es Pedro Páramo? Algunos dicen que es un rencor vivo; algunos otros, que es el padre de todos los mexicanos; pero yo me atrevo a decir que es la encarnación de los valores negativos que posee el pueblo mexicano. Y a pesar de eso; nadie puede negar que es un gozo leer la novela donde aparece dicho personaje; que - no es de a gratis- tiene por título el nombre del personaje sobre el cual gira toda la historia.
¿En qué podría yo contribuir a descubrir algo nuevo sobre la obra más importante de la Literatura Mexicana? Sería una tarea titánica, si no imposible, por eso, este texto no va sobre la famosísima novela del escritor jalisciense Juan Rulfo, sino sobre su más reciente adaptación cinematográfica, la cual, a mis ojos, conserva la esencia del realismo mágico que fascinó a los primeros lectores del libro hace ya 70 años.
Los críticos literarios más puristas miraban con asombro, temor y renuencia el tráiler de la película llevada a la pantalla chica (pues esta adaptación salió de la plataforma de streaming Netflix); ya que resulta reto por demás difícil adaptar una obra cuya “magia” se encuentra en las palabras que la componen y en la mente del lector que imagina ese etéreo pueblo de Comala donde los vivos y los muertos conviven sin darse cuenta.
Protagonizada por Manuel García Rulfo (Pedro Páramo) y Ténoch Huerta (Juan Preciado, hijo de Pedro), este film reivindica a su antecesor de 1967, en la que debido a las limitaciones técnicas de aquella época, lograr plasmar la “magia” concebida por Rulfo era irreal. La trama no sólo es fiel a la del libro en su gran mayoría, sino que logra llevar a cabo los saltos temporales con tal maestría que hasta le dan ganas de ir leyendo el libro al mismo tiempo que se ve la película para apreciar la sincronía (aunque esto último ya son delirios míos).
Si la máxima de Descartes es: “Pienso, luego existo”; la de Rulfo es: “Recuerdo, luego existo”. Y es que gracias al autor del libro y al director de la obra podemos adentrarnos a la eterna ensoñación del ser humano en cuanto a resistir en el recuerdo, a no dejarse olvidar y pervivir, aunque eso signifique no olvidar el dolor. Porque mejor el dolor a ningún sentir, a ningún recuerdo. Un enorme punto a favor de esta nueva adaptación es que creo que puede crear nuevos lectores, no sólo de la obra -bastante corta- de Rulfo, sino en general de literatura mexicana. Esta película atrapa la esencia de un viejo México que sentó las bases de uno nuevo, y a partir de conocerlo podemos entender mucho de quienes somos.
Tristemente, un valor negativo del mexicano que se puede observar en la película, es la paternidad ausente que compone al personaje de Pedro, padre a su vez de muchos, pues es un violador (posible alegoría de la conquista y mestizaje producto de la violación y mezcla entre españoles e indígenas). El machismo mexicano en su máxima expresión; por eso duele entender que al final ni su último hijo se libra de la desgracia familiar engendrada por el padre. Nadie escapa a sus raíces: inclusive el bueno de Juan Preciado termina por arraigar de manera perpetua en la tierra que lo vio nacer.
Pedro es piedra, Páramo es desierto: una piedra en el desierto. Una piedra sola en un lugar desolado, eso se vuelve Comala, el abandono absoluto. En El Laberinto de la soledad de Octavio Paz, el nobel mexicano explora este tópico; Rulfo lo hace de manera novelesca. Quizá, tan solo quizá, nosotros los mexicanos -¿o latinoamericanos?- estamos condenados a cierto grado de soledad producto de la ausencia masculina provocada por el latente problema del machismo. No lo sé, eso será tema de estudio para otro día, mientras tanto sólo me queda decir que la película en cuestión es una representación muy buena de un texto de por sí difícil de comprender y mucho más de plasmar en la pantalla, pero Rodrigo Prieto hizo muy bien su trabajo.