




Reseña por Memo Fromow
Revolucionarios Mexicanos (1997)
Elena Garro
Seix Barral
Libro: Novela
La historia y la fantasía se juntan para decir la verdad.
Cuando el general bizantino Belisario destruyó el reino de los Vándalos en África del Norte, cuentan los cronicones que las mujeres abucheaban a los guerreros prisioneros que desfilaban encadenados bajo la custodia del general triunfante, reclamándoles por no haber sido lo bastante hombres para defender su patria.
Claramente, ignoraban que las guerras implican mucho más que el simple valor personal; pero eso no importa para las almas sencillas, ellas solo ven el mundo en blanco y negro, entre el valor y la cobardía, entre el vicio y la virtud.
La archiconocida Elena Garro era de esas almas tan simples que, habiéndose cultivado en las mil exquisiteces de la vida de los escritores, nunca dejó atrás el sentido infantil del asombro y de la moral, intransigente ante todo aquello que no fuera la virtud más brillante contra la más arrastrada villanía. Está bien entender las complejidades del mundo, pero a veces es sorprendente lo fácil que a fuerza de tanto “entender” la realidad nos resignamos a perdonar en los protagonistas de la Historia horrores que jamás aceptaríamos en nuestro presente. O bien, lo fácil que descalificamos a las almas fuertes como tontos ingenuos cuando su sacrificio fue en tantos casos digno no digamos de mejor suerte, sino tan siquiera de un poco de respeto.
No ha sido raro en el mundo de las letras mexicanas que aquellos más habituados a la ficción decidieran meterse con el mundo puro y duro, tan peleado a veces con las convenciones, elegancias y la justicia que la creación literaria se permiten para hacer de la odiosa realidad algo más fácil de tragar. En Revolucionarios Mexicanos Elena Garro sale de su mundo imaginario (que es en sí mismo bastante cruel) y se entregó a un ejercicio de periodismo e historiografía que dada su frágil constitución mental no la hubiera yo creído capaz: se dio una zambullida en los archivos y con fuentes de toda clase reconstruyó a su modo las biografías de Francisco I. Madero y de Ricardo Flores Magón. Ambas son historias que ya hemos leído, visto y escuchado una y otra vez, pero como sucede con las buenas historias cuando se juntan con los buenos narradores, no importa que ya sepamos el final, queremos ver si esta vez no termina diferente.
Con la voz fresca de una alumna que se atreve a reclamarle a la Historia sus injusticias, Elena Garro vuelve a contarnos de otro modo lo mismo: la traición y el heroísmo de los grandes tiempos vuelve a entusiasmar como cuando siendo niños los escuchamos por primera vez en los triunfalistas manuales históricos de la SEP. Nada de medias tintas, al pan, pan y a los traidores, traidores, y es que para la mirada tan pura de Elena Garro sólo ese par de soñadores habrían podido dar el ancho ante un juicio tan severo como el de las mujeres de los vándalos: es fácil llamar tontos a los que sacrificaron tanto sin esperar nada a cambio cuando median entre ellos y nosotros 100 años del más cínico revisionismo.
Entre las ruinas que dejó en pie el cataclismo de la Revolución, solo algunas pocas figuras conservan el halo de pureza como Madero y Flores Magón. Y no lo digo yo, no lo dice ni siquiera Elena Garro: quizás más devastadora que la propia guerra, ha sido la desilusión de una revolución truncada, y la Historia, con todos los secretos que acaba destapando, ha destruido las reputaciones de tantos que algunas vez fueron tenidos como héroes… Pero de esa avalancha de papel sobrevivieron algunos como estos dos personajes que resistieron el embate de la crítica.
Mucho de lo que leemos en Garro, cuyo tono tan ingenuamente áspero puede empujarnos al escepticismo, ha sido corroborado décadas después por historiadores que tuvieron acceso a mucho más material y fueron mucho más rigurosos de lo que Garro podía ser por su educación y carácter. Lo que hoy se puede leer y corroborar en los grandes tomos de estos investigadores corrobora lo que con más sencillez e inocencia nos contó Elena en este modesto librito de menos de 150 páginas.
Aquí no hay piedad para los malos, ni sobra la gratitud por los que dieron la cara por los demás, al diablo los matices: los culpables, los corruptos, los cobardes son señalados con dedo flamígero y se escupe sobre su infausta memoria con la naturalidad de los niños. Uno no va con Elena Garro para escuchar las cosas que ya sabes, aunque las sepas: la historia contada con una voz distinta suena tan diferente que parece la de algún otro país, de otro mundo, de un mundo raro, donde sí saben del dolor, donde se perdió en el amor y mucho se ha llorado, y donde saben de los héroes y de la esperanza.
Ingenuos ¿O no?
Este libro es la rara conjunción de la fantasía con la verdad, contada por alguien que sabía que vivimos un sueño que luego contamos a los demás. Insisto, no deja de sorprenderme lo acorde que es esta versión de los acontecimientos con lo que podemos encontrarnos en tremendos libros de investigación propiamente histórica como El Retorno del Camarada Flores Magón de Claudio Lomnitz, La Guerra Secreta en México de Friedrich Katz o en crónicas de 1era mano: Los Últimos Días del Presidente Madero de Manuel Márquez Sterling o Madero por uno de sus Íntimos de Pedro Lamicq.
Es cierto ¡todo es cierto! La nobleza existe, y si eso existe, tal vez los héroes también.