Portada del libro Sombra del Rock.
Portada del libro Sombra del Rock.
Calificación recomendado de Rehilete
Calificación recomendado de Rehilete

Reseña por Lalo Enríquez

Sombra del Rock (2017)
Carlos Mapes
Diagonal / UNAM
Libro: Música

Un testimonio con sensibilidad mexicana de aquel clímax irrefutable de la música popular: el rock de viejitos.

Si le preguntas a un verdadero conocedor cuál fue la época dorada de la música popular, seguramente te contestará que es un tema subjetivo que depende de gustos y preferencias; quizás, incluso, incurra en el riesgo de mencionar cuál es su era favorita personal. Pero si te pones insistente, y le exiges que se deje de rodeos y diga con precisión “cuál es La Época Dorada de la Música Popular”, se verá forzado a responder con algún rango de años entre 1964 y 1977.

Fueron los años en los que la música Rock pasó de no ser más que un ritmo entre tantos (al que figuras como Sinatra le pronosticaban una vida más bien corta), a ser un fenómeno cultural con ramificaciones profundas en todos los aspectos de la vida, desde lo político, lo espiritual, hasta lo psicológico.

Si la pregunta era sobre música popular en general, no tendríamos por qué estarle dando ninguna clase de preferencia al rock sobre el resto de los géneros; entonces ¿Por qué es tan común leer y encontrarnos con personas que así lo hacen? Bueno, el tema es que a dicho género le tocó la coyuntura de un mundo de posguerra en el que la prosperidad generada por la explosión industrial de la segunda mitad del Siglo XX le permitió a la sociedad ampliar el fenómeno de la juventud como estilo de vida, segmento de mercado, voz política y elemento disruptivo e innovador.

El rock ‘n’ roll como elemento en estado puro fue el catalizador perfecto de unos sentimientos y pulsiones poderosísimos que calan hasta lo profundo del cuerpo, especialmente del joven; pero la mera verdad es que eso se puede decir sin mentira de muchísimos otros géneros. Lo que hizo especial al rock es que dejó de ser simplemente ese elemento en estado puro y se fue transformando en un comodín extremadamente flexible que se adaptó a los sueños, aspiraciones, cosmovisiones, impulsos y proyectos de múltiples generaciones.

El rol sociopolítico y psicológico que jugó la música popular entre el ’64 y el ’77 nunca se ha repetido. Obvio que las generaciones siguientes también han amado la música y forjado sus personalidades en referencia a lo que escuchan; pero si conocen del tema, serán remitidos a esa gran revolución de finales de los 60’s para poder poner en perspectiva su experiencia. En cambio la gente que vivió esa década pensaba con absoluta razón que estaba sucediendo algo sin ningún precedente. Cierto, la generación de Elvis y Little Richard había roto muchas cosas, pero del ’65 al ’70 ya fue completamente otro nivel de trepidación y explosión cultural que comenzó a generarse alrededor de la música rock.

De ahí el valor de que en este libro el escritor mexicano Carlos Mapes aborde justo dicho rango de años, a través de gran variedad de agrupaciones emblemáticas de la era. Evidentemente aparecen los grandes infaltables: Beatles, Rolling Stones, The Who, Pink Floyd, Led Zeppelin, King Crimson y titanes similares. Pero llama la atención que tampoco deja de lado otras agrupaciones que han quedado relegadas a un estatus de segundonas en la historia del género, como Lovin’ Spoonful, Hermann Hermits, The Creation, Procol Harum o Ten Years After.

Incluso en cierto momento habla sobre grupos que no destacaron en el mundo de los álbumes sino en el de los sencillos, y llama a nuestra atención bandas tan ajenas al canon como Royal Guardmen, Strawberry Alarm Clock o Lemon Pipers.

Para términos de este sitio, probablemente lo más valioso sea el ligero tinte autobiográfico del texto, que al final revela mucho de lo que fueron estos años del rock para una incipiente juventud mexicana. Menciona mucho al norte de la Ciudad de México y particularmente al suburbio de Ciudad Satélite como una especie de santuario para la música rock, en comparación con las peñas y el ambiente folclórico y más intelectual que se vivía en el sur de la gran urbe.

Entre fútbol, escuela y amigos se daba ese acercamiento a la música y al aún muy desorganizado y precario mundo de los conciertos. Eran tiempos en los que las relaciones musicales y emocionales con los artistas se construían a través de lo que se encontraba en los anaqueles de las tiendas o que podían prestar los amigos; eso mucho antes de algoritmos o de medios especializados que dieran una versión pelada y a la boca de esos géneros.

La música costaba y el dinero no era infinito, entonces había que decidir bien el nicho que uno iba a ocupar. Por ello la impopularidad en aquellas épocas del “a mí me gusta de todo”; se pensaba en términos excluyentes caracterizados por la conjunción “o”: ¿Son mejores los Beatles o los Stones?” “¿Te gusta la salsa o el rock?” “¿Es mejor el Dark Side of the Moon o el Piper at the Gates of Dawn?”. En la era del streaming ese tipo de discusiones ya no tienen la misma relevancia… o quizás nos las damos de muy relativistas como para tenerlas.

Al final, me llevo de este libro un excelente testimonio de lo que significó para una generación la era dorada del rock, vista desde una sensibilidad mexicana. No faltan también referencias y semblanzas de algunos actos destacados del rock de nuestro país, como la banda No, Javier Bátiz, Fito de la Parra o Carlos Santana. En un estilo entre poético y descriptivo y con gran elección de portada en ‘El Rocanrolero’ de Rufino Tamayo, este es un texto que agradará a los amantes mexicanos de eso que hemos llegado a conocer como “rock clásico”, “rock de viejitos” o, simplemente, “rock del bueno”.