




Reseña por Memo Fromow
Uncle Bill (2014)
Bernardo Fernández BEF
Sexto Piso
Libro: Novela Gráfica
Nuestro tío rico Burroughs o el Nuevo Gringo Viejo.
¿Qué tiene este país que a los gringos locos los vuelve más locos y acaba de devorarlos si es que no se devoran ellos mismos antes? ¿Será que de verdad creen poder escapar de la sociedad aquí? ¿Será que verdaderamente creen que esta es una especie de idilio salvaje sin justicia ni leyes ni nada?
Para bien o para mal, la modernización ha acabado con mucho de ese México bronco en el que los güeros desencantados sueñan con escapar de la tiranía de la vida moderna al cruzar la frontera, solo para encontrarse con una sociedad que se esfuerza horrores para parecerse cada vez más al lugar del que están intentando huir. Pobres ilusos, pronto ya no habrá a donde correr.
Ese espejismo ya se ha tragado a varios; Malcolm Lowry, Ambrose Bierce, Robert Barlow, por no hablar de los tantos y tantos que el desierto habrá engullido sin siquiera volver a escupir los huesos en Tijuana, Oaxaca o Yucatán.
Gringos locos. De uno de ellos toca hablar hoy: William S. Burroughs. ¡Y de Bernardo Fernández! Uno de los ilustradores más destacados de la escena mexicana actual, a quien, si lee esto, le pido de nuevo disculpas por ponerme pesado con él en una discusión respecto al cómic allá por el 2015 en la FES Acatlán.
Ejem.
Dicho eso, vamos a adentrarnos en la vida y demonios de uno de los grandes de la escritura experimental estadounidense, uno de esos escritores malditos pertenecientes al movimiento Beatnik que sacudió la cultura y la contracultura estadounidense allá a mediados del siglo pasado; lejos de la onda hippie pero decididamente inconformistas respecto al zeitgeist estadounidense que tanto sabía a Macartismo aún después de la cacería de brujas. Stranger in a strange land…
No es extraño que tantas generaciones de jóvenes que se sienten ajenos a su propio entorno hayan orbitado en torno a su obra y particularmente, alrededor de la figura de Burroughs, padrino de los beatniks y arquetipo del nuevo poeta maldito en un nuevo mundo. Muchos llegan a él llamados por su franca voluntad de mitote psicodélico y después de ello crecen, maduran y miran esa etapa de sus vidas por el retrovisor con una sonrisa condescendiente… pero saben bien que su viejo tío Bill les dejó por herencia la duda respecto a la firmeza de su condición burguesa y humana e incluso respecto a la realidad misma. Lo que ha sido visto, no puede ya olvidarse por muchas capas de mojigatería que se les eche encima.
BEF tiene muy claro los recuerdos de su tiempo con Burroughs y funde su propia historia de descubrimiento de la obra burroughsiana con una crónica muy bien adaptada a formato gráfico de la vida del autor, poniendo especial énfasis, cómo no, en el tiempo que Burroughs pasó en México, a donde llegó escapando de los roces con la ley que le produjo su aventura sembrando mariguana en Texas y el consiguiente descalabro económico que el chistecito le supuso… antes de volver a meterse en problemas con la justicia mexicana por asuntos de narcóticos y por volarle los sesos a su esposa en la colonia Roma.
Cabe esperar que un hombre extraño lleve una vida extraña, por decir lo menos; pero lo numeroso de los episodios escandalosos y lo estrafalario de estos sorprende hasta cuando vas esperando escándalo, sangre y pelos. BEF los ha recopilado con un nivel de detalle que solo puede ser producto del genuino y fanático amor del joven aún leal a su maestro; buena parte del tiempo que requirió la elaboración de este libro fue dedicado a la labor de investigación que una obra así requiere, y si consideramos que ese tiempo abarcó unos 5 años, podemos darnos una idea de la calidad investigativa que empeñó el autor en esta obra. Y con todo, él será el primero en admitir que hay aún importantes lagunas o puntos borrosos en esta historia, las cuales aprovechó para llenar con licencias narrativas. Especial reconocimiento a su integridad merece el hecho de que al menos las últimas diez o quince páginas finales son puro texto destinado aclarar las fuentes y el contexto de los hechos, así que además de todo se aprende bastante sobre la escena beatnik y su impacto en la cultura estadounidense.
Bastante meritorio es el poder resumir una vida y tiempo tan complejos en la comodidad del formato gráfico que a la vez permite transmitir la extrañeza del imaginario burroughsiano a través de los ojos de un discípulo suyo que se ha enfocado a la gráfica. En unas cuántas y muy cómodas centenas de páginas viñeteadas BEF ha logrado acomodar intensos años de extrañezas, crítica literaria, erudición bibliográfica, microhistoria mexicana y anécdotas familiares a la par de su propio juicio personal, que no por ser el de un admirador pierde lo crítico, bastante más allá de un juicio moral (aunque el biografiado tampoco se salva de ese).
Personalmente nunca me han gustado mucho (ni poco) las obras de esa corriente. No nos llevamos, bien. Por eso a veces hace falta un mediador, un guía que te lleve de la mano a conocer el asunto en un ambiente que te ponga de buenas. Me fue bastante más fácil ser empático cuando además de la historia de los beatniks, me la sazonaron con las luces y escándalos del medio cultural mexicano en el tiempo de Miguel Alemán, la historia de la publicación de los libros y algunas anécdotas del personales del buen BEF.
Burroughs era un gringo loco y confundido en una tierra que nunca pudo ni se molestó en entender; de México no se llevó casi nada más que nuevos episodios a su historial criminal, una temporada en la cárcel y recuerdos que lo atormentarían el resto de su vida. Hasta donde entiendo nuestro país no figura apenas en el resto de su obra posterior, ni directa ni indirectamente y sin embargo, se las arregló para dejar una impronta profunda en lectores que no se imaginaba. BEF se ha mostrado discípulo fiel y apóstol eficaz para rendir homenaje a otro gran Gringo Viejo.